GENERAL (r) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Enero de 2014

¿Es la policía mala vecina?

 

Levantó ampolla en grandes sectores de la comunidad, el Ministerio de Defensa y  las filas policiales el fallo  del Consejo de Estado que condena la Nación a pagar destrozos causados por un ataque guerrillero a una estación policial.  Me uno al sentir colombiano  de cara al tema y como miembro de la institución,  en uso de buen retiro, quiero hacer algunas consideraciones, que creo valederas en estos momentos tan importantes para el país, mirando  con optimismo el proceso de paz adelantado en La Habana, porque  estos contenidos puedan  servir en el posconflicto como referencia  y asunto a debatir buscando aclarar posiciones.

El fallo se debe acatar  y más la institución, como  dijo el general Rodolfo Palomino “lo hace por convicción y formación,” eso es verdad. No corresponde a la entidad controvertir, pero si espera a lo menos un debate profundo de cara al mañana, para tomar las medidas más aconsejables en defensa del residente y  los hombres que integran una  institución con vida constitucional, donde se ordena su organización,  aclarando que se trata de un cuerpo  armado de naturaleza civil,  con la misión de mantener las condiciones ideales  para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, a más de la convivencia en paz. De este mandato se derivan una serie de conceptos, órdenes y reglamentos, partiendo  de la misma definición general  de policía. Lo anterior nos  permite entender que la institución  hace parte integral del tejido social, compuesto por ciudadanos,  autoridades  y policía, que es indispensable para enfrentar la delincuencia en todas  sus modalidades. Dicho  enfrentamiento es liderado, de tiempo atrás, por los uniformados de verde oliva, hombres comprometidos con el país que ofrendan vida y comodidades  en favor de los ciudadanos, hasta el punto de recibir  por agradecimiento el respaldo y apoyo  comunitario en  lugares donde se llegó a pensar en retirar la policía, ante adversas  circunstancias.

La institución ha hecho ingentes esfuerzos para  cubrir todo el territorio patrio. No obstante, muchos de sus  hombres  tienen  que  vivir en   condiciones infrahumanas, olvidando familia  y hogar por el bienestar de la colectividad  a la que sirve con desvelo y lealtad. Están en instalaciones  poco o nada dispuestas para cumplir la misión de habitación o cuartel policial, faltándole  las mínimas medidas de sanidad,  seguridad  o protección, debiendo tomar los alimentos  en condiciones sórdidas,   esperando el alevoso ataque, la fratricida embestida  sin lamentos y con mucha abnegación. No piensen mis amigos que las locaciones por estar en al marco de la plaza son las mejores, siempre se está improvisando, siempre  estamos en el cuarto de San Alejo. No es posible  que pretendamos ubicar las instalaciones policiales en las afueras de los pueblos, ¡tal vez  al lado de los cementerios!, lugar ideal,  “pensarán” algunos, lejos  del ciudadano  que defienden y  proscritos de la civilidad.