La generosidad del General
Cuando, por orden superior han cesado nuestras responsabilidades en un comando y los cargos pasan a otras manos, sentimos un alivio indescriptible sabiendo que la historia, los jefes y la sociedad calificarán las ejecutorias con imparcialidad. Pero esa calma camina acompañada de una nostalgia extraña ante sentimientos encontrados, atrás quedan los recuerdos de amigos regionales y compañeros institucionales, revive la evocación de momentos tristes, períodos alegres, caras doloridas, instantes angustiosos, en fin, todo un mar de sensaciones que nos escoltarán por mucho tiempo, aun en esa nueva e inesperada destinación; con la ventaja de mirar al futuro donde ondean desconocidos retos, nacientes amistades, un mundo por conquistar, compañeros de sueños y esperanzas, que nos anima e impulsa a continuar con la lidia por alcanzar aquella meta propuesta en la juventud, cuando abrazamos la profesión amada de por vida, ser policía para servir al país y la ciudadanía, ser miembro de la Policía Nacional.
Ejercer el mando de una institución como la Policía Nacional exige asumir posiciones claras con decisiones de fondo tanto en el interior como fuera de la entidad, que generalmente producen consecuencias funestas para determinadas personas, como positivas para otras; es una responsabilidad que no se comparte ni se delega y va acompañada de muchos retos, zancadillas y juegos del destino nunca calculados por ser humano alguno, nadie puede vaticinar el futuro y mucho menos en un país como el nuestro, donde los enemigos de la sociedad asechan a cada paso, tendiendo trampas de todo género a los servidores públicos; es por esto que los invito a reconocer la generosidad del general Óscar Naranjo al aceptar el pedido presidencial de mantenerse dirigiendo los destinos policiales hasta julio. No es fácil seguir desempeñando un cargo en las condiciones que lo hace el General, porque los peligros no dan tregua, las responsabilidades no terminan, cada acto, cada orden, encarnan un riesgo y si analizamos la trayectoria de Óscar estoy seguro de que todo el país me acompaña en reconocer que hoy tiene mucho que perder; claro que una persona como él, a quien conozco de tiempo atrás, no piensa en estas cosas, solo lo anima el interés de seguir sirviendo a sus congéneres, pero repito ¡muy generosamente! Cuando se pide el retiro cesan, como lo dije en un principio, los compromisos y el mando cae en nuevas manos, al retirarnos de la institución se acaban los sueños y las nuevas metas profesionales desaparecen, dando paso a la realidad de la vida que nos muestra un atardecer familiar en paz con la conciencia y aquella sociedad que servimos por muchos años.
Ojalá estos meses al frente de la institución le brinden al Señor Director nuevos triunfos que acrecienten su prestigio y profesionalismo.