Gloria Arias Nieto | El Nuevo Siglo
Viernes, 8 de Mayo de 2015

“Educar intelecto y corazón debería ser objetivo”

PUERTO LIBERTAD

In memoriam, in futurum

 

Hoy  vuelvo con el tema de los maestros.

Prácticamente todas nuestras dolencias provienen de la falta de educación: personal, moral, social, técnica, ética, profesional, fundamental. Educación con el adjetivo que se quiera, mejor dicho, con el adjetivo al que se logre tener acceso.

Educar el intelecto y el corazón debería ser objetivo rector de la política pública y de la escuela privada; de familias, alcaldes y  sacerdotes; de maestros, médicos y artistas.

Una sociedad en la que todo lo que se hiciera (desde una canción hasta un decreto) incluyera un componente pedagógico, sería una sociedad más correcta, más lógica y comprensiva.

Sería una sociedad en la que nadie tiraría a la basura una bebé recién nacida (volvió a suceder el martes en Bogotá). No se lincharía a palos a un ladrón callejero, ni un niño homosexual optaría por el suicidio. No se abandonaría a los ancianos en las camas de los hospitales, ni se robaría el dinero de las regalías, mientras miles niños guajiros (ni siquiera sabemos sin son cinco mil o catorce mil)  mueren de hambre.

Luego de 15 días en paro Fecode firma un acuerdo, y 9 millones de estudiantes vuelven este viernes a las aulas. Algo es algo. Pero confieso que no me deja tranquila que un gremio que opta por las vías de hecho y paraliza la educación pública de un país sea el que tiene en sus manos la formación de nueve millones de colombianos. Tampoco me deja tranquila la resistencia de los maestros a ser evaluados. Los resultados en las pruebas Pisa no pueden ser más desastrosos, y esos resultados son el reflejo de la mala educación que recibieron nuestros niños colombianos. Ergo, qué pena, pero a los maestros hay que ponerles el cascabel.

Maravillosa la meta de ser para el 2025 el país más educado, pero con profesores como los que vimos estos 15 días, difícil.

Maravilloso también haber prometido un gobierno con cero tolerancia a la corrupción, pero lo que está pasando de las Cortes para arriba y para abajo, es otra cosa. Estamos llenos de incoherencias, es decir, de peligros y abismos.

No tenemos -como país- una formación ni ética ni académica que nos ayude a evolucionar y convertirnos en una sociedad de conciencia limpia. Que se comporte con decencia, compasión y corrección. Una sociedad entrenada en el perdón, la inclusión y  la interacción racional con la diferencia de pensamiento, obra y misión.

Nos corresponde construir una sociedad autosostenible y  autorresponsable, que actúe correctamente, no por miedo a un castigo -que generalmente nunca llega en su expresión más adecuada- sino por la propia convicción de obrar bien.

En este momento de nuestra deseducación urge ser capaces de formar ciudadanos decentes y pensantes. Capaces de razonar, escuchar al otro; procesar información para convertirla en conocimiento, y procesar el conocimiento para convertirlo en acciones que mejoren a la sociedad.

Un ser excepcional que hoy está de cumpleaños en el Lugar de los Abrazos, fue mi maestro en decencia ciudadana. 8 de mayo. Esta columna va por él, in memoriam, y por nuestro país, in futurum.

ariasgloria@hotmail.com