GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Febrero de 2014

¡Gracias, Hay!

 

En la versión 2014 del Hay Festival hubo presentaciones hermosas y alucinantes, como las de las españolas Rosa Montero y Vanessa Montfort; ellas, tan llenas de vida,  gracia, y  un lenguaje de palabra, cuerpo y alma casi palpable, nos dejaron un descorchador de sueños; imagino que traen en su equipaje, botellas de náufragos tristes y  felices que abrazan encuentros, delirios y silencios.

La suya es la voz del recuerdo y la  imaginación; una voz que atraviesa calles y océanos, para dejarnos la esperanza -si no la certeza- de estar vivos. Un par de mujeres excepcionales, que transmiten  euforia y sencillez; sonríen con nostalgia, y evocan símbolos de ilusión y compañía. Bienvenidas siempre. Y así la literatura sea una experiencia personal e intransmisible, sugiero dos libros: La loca de la casa, de Rosa Montero; y La leyenda de la isla sin voz, de Vanessa Montfort. Ambos tienen alma y dejan huella.

Ahora, cambiando al chip de nuestro conflicto colombiano, quien haya propuesto a David Rieff y Michael Sandel para este Hay, tuvo el don de la oportunidad. Brillantes expositores de  conciencia social, ética y política.

La conversación de Héctor Abad -él, per se, magistral y  admirable de intelecto y afecto- con David Rieff, es lo que Colombia necesita oír, comprender e interiorizar.

¿Dónde se cruzan la historia y la memoria? ¿Dónde se encuentran o desencuentran, lo que en verdad ocurrió, y el sentimiento tatuado en la piel? ¿Hasta dónde se justifica seguir cargando y cobrando culpas hasta el infinito  y más allá?

Es  válida la necesidad de conocer y transmitir la historia; se lo debemos a los muertos, a la urgencia de no tropezar de nuevo con la misma piedra, a la conciencia y al arrepentimiento. Pero, ¿es posible hablar de la historia? Quizá sería mejor reconocer que se trata de  versiones y visiones personales de lo vivido, lo heredado y lo sufrido; y aceptar que si nos empecinamos en reteñir  la memoria, será casi imposible pasar la página de la guerra.

Rieff no pretende trazar verdades absolutas, pero sí plantea que para lograr la paz, los pueblos deben sacrificar algo -o mucho- de memoria, y con ella, sacrificar justicia. Para él fue Bosnia, y para nosotros, Colombia. Pero el principio es el mismo.

¡Y ni qué decir de Michael Sandel! “Lo que el dinero no puede comprar” es un llamado urgente a mirar y pensar la ética con la que convivimos -o conmorimos- todos los días; a la reflexión sobre lo elásticos que se han vueltos los límites, y a dónde han ido a parar aquellos “no negociables” que hace unos años dábamos por seguros.

Los debates éticos no aportan todas las respuestas, pero sí ayudan a organizar casi todas las preguntas. ¿Es válido pagar por una mejor celda, una consulta médica más oportuna, o un vientre ajeno para un hijo propio?

A medida que el dinero se vuelve un elemento más decisorio en el actuar cotidiano, más se ahonda la brecha entre pobres y ricos, y más inequitativo se vuelven el mundo y sus posibilidades.

Posdata: Fatal la gala de poesía. De resto, mil aplausos.

ariasgloria@hotmail.com