Nunca antes en la historia de Colombia se había visto un gobierno tan perverso y vergonzoso como éste de Gustavo Petro. Desde su inicio solo ha arrojado escándalos que parten de las actitudes del mismo presidente, su familia, sus colaboradores y todo aquel que se ha contaminado, como ha sido el caso de algunos parlamentarios, que se han dejado comprar para satisfacer la ambición y codicia del mandatario.
Cada día que pasa se abre un nuevo capitulo de esta serie digna de Netflix, porque son tan sorprendentes y creativas las tramas que no se alcanza a salir de una, cuando se destapa otra. Ahora ocupa titulares la compra de los carrotanques para La Guajira, los mismos que se pagaron al doble de su valor real, se encuentran parados sin utilidad faltando al pretexto de la compra, negociado donde se acusa a los dos presidentes del Senado y Cámara de haber recibido tres mil y mil millones de pesos respectivamente, producto del sobreprecio de esa adquisición, para con ese dinero comprar parlamentarios que voten favorablemente las reformas que quiere imponer Petro, que no tienen un fondo diferente que acceder a plenitud de los recursos de la salud y las pensiones, una inmensa cantidad de dinero que sería manejada por el presidente a su antojo, para así comprar voluntades, pagar a los delincuentes y llenarse los bolsillos.
Toda esta serie presagia un final sórdido para el país, pues a más de la ambición por control de todas las instituciones, está la de perpetuarse en el poder y hacer de Colombia un país mas gobernado por un sátrapa corrupto e inepto como Maduro en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua, llevando a esta prospera nación a la miseria.
Nos está pasando lo mismo que la paradoja de Bertoldt Brecht, aquel famoso dramaturgo alemán del siglo pasado que dijo: “Cuando los nazis vinieron por los comunistas, guarde silencio porque yo no era comunista; cuando vinieron por los obreros no dije nada porque yo no era obrero; cuando vinieron por los judíos guarde silencio porque no era judío; hoy vienen por mi”.
Parodiando esa paradoja, entonces podremos decir: “Los comunistas vinieron por Cuba y no dijimos nada porque no somos cubanos; vinieron por Venezuela y guardamos silencio porque no somos venezolanos; vinieron por Nicaragua y nada dijimos porque no somos nicaragüenses, ahora vinieron por nosotros”.
Pareciera un juego de frases, pero no, es una realidad, Petro es un comunista y como todo comunista lo que mas le gusta y busca es el dinero, así como todos los sátrapas de los países citados, que se alinean en el comunismo para empobrecer a la gente, dominarla y apropiarse de todos los recursos del país. Por eso la intención es debilitar el Estado de Derecho, acabar con la Constitución reemplazándola por otra a su acomodo, quebrar las instituciones democráticas y principalmente a las fuerzas armadas, controlándolas y buscando la manera de empoderar al hampa para que las domine y las ponga bajo su mando.
Si los partidos políticos de oposición y los independientes, unidos sinceramente con el pueblo mayoritario, la empresa privada, la academia, las religiones y las fuerzas militares leales a la democracia, hacen valer la institucionalidad y el amor patrio, podremos salvar a Colombia de este gobierno perverso y vergonzoso.