GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Agosto de 2012

Tercio final

 

Finaliza el análisis de Bizancio (2009) de Judith Herrin. Se recuerda el principio del fin del imperio bizantino: cae ante los cristianos de la cuarta cruzada en 1204 y varias de las regiones subordinadas se independizan; los invasores sucumben en 1261. Luego, en 1453, Constantinopla resiste, ante los turcos, no como imperio, sino como ciudad-Estado.

Bizancio quería la ayuda de Occidente sin sumisión y los sucesos de 1204 provocaron la preferencia por el turbante turco en vez de la tiara papal. Un ingeniero húngaro le ofrece un gran cañón a Constantino XI, el último emperador, quien no lo puede comprar y sí el sultán. Ocurre, con esta arma, un quiebre parcial de las murallas y la tecnología del siglo XV se impone a la del V. Los 8.000 defensores ceden ante los 60.000 soldados turcos respaldados por 100.000 auxiliares, cristianos incluidos, en mayo 19, 1453.

Aspectos sueltos. Hubo crueldad en Constantinopla, pese al cristianismo, en las luchas dinásticas. Los vencidos podían perder la vida pero lo usual eran la ceguera o la castración: el propósito, en el último caso, era evitar la generación de herederos competidores para el trono. El problema era peor en el ámbito árabe al no existir la primogenitura.

Se reitera que hubo en Bizancio mayores oportunidades de movilidad social que en otras sociedades para los jóvenes con talento quienes podían acceder a la corte, la educación superior y altas dignidades. Las princesas y emperatrices tuvieron poder y Teodora lució igual que Justiniano.

Se sentaron las bases del Estado secular, el ejército profesional, el notariado, grandes archivos, imperó la ley escrita, el pergamino sustituye al papiro, se elaboran manuales gubernamentales, surgen los iconos y se dice, al respecto, que Isis fue una figura inicial culminada en la virgen María y Zeus en Jesucristo. Hubo una pugna temporal contra los iconos al considerárseles ídolos y verse las victorias árabes un castigo divino.

No es extraño que Turquía aspire a ser miembro de la Comunidad Europea. Se la calificaba como el “enfermo de Europa” en el siglo XIX y Ataturk la modernizó siguiendo el modelo europeo. Los italianos fueron más creativos que los bizantinos en su relación con el pasado clásico pues crearon el Renacimiento y florecieron la ciencia y la historiografía. Según Herrin, la inmerecida imagen de Bizancio se debe a Montesquieu, Voltaire, Gibbon y William Laski.