GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Octubre de 2012

A. Navarro

Se  aprecia a Antonio Navarrocomo exguerrillero que juega limpio en la democracia y se expresa de acuerdo conla mayoría de sus opiniones recientes. Las negociaciones en Cuba son la mejor oportunidad para lograr la paz. Si bien la guerrilla no puede tomarse el poder, el Gobierno no la vencerá a corto plazo. La participación en política de los subversivos es un problema complejo. “No es aceptable lo que sucede hoy con guerrilleros libres y militares presos”. El tema agrario no será fácil y habrá lances sangrientos y argucias legales. Es factible la aparición de disidencias de las Farc y no solo por lo rentable del narcotráfico, sino al ser escasas sus probabilidades de éxito electoral.

Quien escribe conoce a Navarro pero a la inversa ocurre lo contrario. Navarro, en mayo 14, 1991, le escribió, como Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente,  a Guillermo Franco: “Muy complacido recibí sus propuestas para la creación de la nueva Carta Magna de Colombia. Le informo que durante este tiempo, dicho material está siendo objeto de estudio por parte de nuestro constituyente Rosemberg Pabón quien hace parte de la Comisión Tercera, encargada de estudiar los temas que usted analiza. Mucho nos agrada contar con personas como usted interesadas en construir, junto a nosotros, la nueva Colombia que queremos. Anexo le envío una hoja de inscripción a nuestro movimiento…”.

Nunca se contestó dicha carta y se pide excusas tardías. Se es liberal en especial desde el insuceso en que falleció Vicente Echandía. Ahora antecedentes.

Quien escribe se desempeñaba como asesor de la extinta Asociación Colombiana de Agentes de Aduana. Se tomó la decisión de formular sugerencias para la nueva Constitución Nacional y, en el proceso de concretar los interlocutores, me correspondió Antonio Navarro. Dentro de los planteamientos pertinentes, se comentan solo dos de acentuado interés y gestión personales.

Se propuso a la Asamblea el cese de las facultades discrecionales del Estado y su reemplazo por la transparencia absoluta abarcando todos los terrenos y situaciones. La idea fracasó pero place haberla planteado; la historia se relata en “Eliminar la discrecionalidad” (Intercambio, Adicomex, abril-junio, 1991). La segunda sugerencia se tradujo en el artículo transitorio 58 de la Carta Política y consistió en que se mantuviera la validez del trabajo previo realizado, en una cámara legislativa, para aprobar convenios aduaneros multilaterales