GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Abril de 2014

IRRESPETUOSOS DE LA VIDA

Señas de identidad

EN  los años sesentas Juan Goytisolo escribió la novela -parte de una trilogía- Señas de identidad. El escrito es bueno pero el título es más que logrado. Viene al caso porque a uno de los abogados comentaristas que hizo un comentario inteligente le vino al cerebro decir que el verdadero crimen de la desfiguración en el rostro a causa del ácido es aquel de perder las señas de identidad y tiene toda la razón.

Todo atentado contra el ser humano en su integridad es censurable, condenable y ha de ser castigado pero sin olvidar que también es un ser humano el que comete el crimen y que si bien la ley ha de actuar con fortaleza y claridad ha de dar ejemplo cuando surgen las palabras cargadas de ofensa contra el “aún presunto agresor” (rata, chucha y todos los animales que culturalmente despreciamos desfilaron en la boca de muchos a través de los medios). Cada comunicador levantaba el tono y cada quien buscó hacerse el más duro de los duros contra el agresor.

Sin duda alguna nos duele la agresión contra la joven de “buenos apellidos” (como decía alguno pero no conozco malos apellidos), de buena familia  y demás virtudes que confiere el estatus y los esfuerzos familiares. Pero a esos mismos que en todos los programas y noticieros nos trajeron el suceso se les había olvidado actuar con la misma contundencia en más de novecientos casos iguales o peores.

Esas mujeres y algunos hombres de sectores populares que han padecido esa misma agresión pasaron desconocidos, olvidados porque es cierto que “todos los seres humanos somos iguales pero hay unos más iguales que otros”.

Qué bueno sería -dicen- que se actuara con la misma contundencia mediática y legal sin importar el grupo social al que se pertenezca.

Gracias a Dios hubo algún comunicador sensato que se dio cuenta de que si bien la reacción es comprensible ha de tocar a todos la acción tan eficaz de la autoridad y gracias a Dios la mamá de la ofendida asumió el buen criterio de pedir se actúe en todos los casos con igual contundencia y eso la honra.

Nuestra educación -la falta de ella- nos ha hecho violentos, irrespetuosos de la dignidad y de la vida ajena. Pero a eso hay que añadir una ley inexplicablemente no reglamentada que controle la venta de ácidos y tantas otras que  la pereza legislativa -de parlamentarios que no despiertan de su letargo- pone a disposición de estas personas desquiciadas este tipo de armas que matan el porvenir de quienes al ser sus víctimas han perdido ante todo sus “señas de identidad”.

Todos sabemos que en esta sociedad nuestra hay un “cierto olor a podrido” y a lo mejor sería indispensable pensar en otros criminales que arrebatan definitivamente a muchos “sus señas de identidad” porque mediática o legalmente les han robado la honra.

Ojalá la persona agredida se recupere; ojalá todo el dinero ofrecido y recolectado sirva a todos los afectados… ojalá…

guilloescobar@yahoo.com