Hablemos claro | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Febrero de 2023

Por esfuerzos que hago, y no obstante el cúmulo de asuntos que emergen diariamente en el acontecer patrio, mis últimas columnas no han podido salirse del tema Policía Nacional, porque semana tras semana se vienen dando razones para estar alerta sobre los proyectos que, de una u otra forma, tocan la institución, y ustedes comprenderán que tengo motivos más que suficientes para ser un vigía permanente del acontecer de esta institución.

Para la muestra un botón: el señor presidente pide facultades extraordinarias que le permitan adelantar una serie de proyectos dirigidos a la transformación y cambios, anunciados durante su campaña electoral, donde palpitan permanentemente teorías de innovaciones o ajustes en la fuerza pública, que como bien sabemos, de cristalizarse terminarán tropezando con la Policía Nacional, tan cara a nuestros sentimientos.

Entendemos que el mandatario de los colombianos no toma parte en el debate, simplemente anuncia el proyecto y su equipo de colaboradores entendidos en el asunto, desarrollan un sesudo trabajo que le permita al jefe der Estado evaluar lo beneficioso o  desfavorable para tomar una decisión final y ordenar el procedimiento a seguir, formalizando o no el anunciado propósito. Esta situación es muy preocupante, pues los asesores difícilmente conocen al acontecer interno en la Fuerza Pública y no pueden calcular la trascendencia que una determinación de esta envergadura aporta al andamiaje del gobierno. 

Por lo anterior, se pide que hablemos claro. En el caso institucional es imposible pensar que un proyecto de esos alcances se presente sin un estudio minucioso, concienzudo, medido y evaluado desde diferentes ángulos, tanto económico, como operativo, social y aun político. Increíble pensar en un capricho o estrategia con golpe de opinión, siguiéndole el juego al círculo de personas que, desde disímiles estadios y disciplinas, se dedican a sugerir, cuando no a pedir, cambios en la institución, muchas veces con el motivo de desestabilizarla.

Como se sabe, la Policía es una institución que, para información de sus detractores, es irremplazable. Mundialmente no existe comunidad sin un equipo de hombres que vele por el cumplimiento de obligaciones y defensa de los derechos de integrantes del grupo. Nuestra policía es centenaria y ha progresado a lo largo de los años, acuñando experiencia de vivencias propias y capacitación extranjera, proporcionada por organizaciones y gobiernos amigos, como de nuestros propios mandatarios, que han visto en ella un bastión tutelar de la sociedad tanto urbana como rural.

En nuestro caso hace parte de la fuerza pública y depende del señor ministro de la Defensa, no de otro ministerio como muchos creen, y está dirigida por un oficial activo, hoy en el grado de general, quien responde ante el señor presidente por la dirección, filosofía y doctrina.  Las reformas y cambios no son nuevos en la policía, pero es ella la que se ajusta a los avances y tecnología de nuestro país.