La expresión Halloween proviene, con espanto, del inglés All Hallow’s Eve (víspera de todos los muertos, octubre 31) y consiste en una fiesta pagana previa a la aparición del cristianismo que se inventaron los celtas como rito para recibir el invierno, en Irlanda, desde donde “asaltó” el mapa anglosajón entero, luego “aterrorizó” en USA y de allí se extendió, ululante, al sur del continente, donde ya hace parte integral de nuestra cultura asimilante, por los siglos de los siglos; y ahora vemos, regados en todas nuestras zonas residenciales, oficinas y centros comerciales los asustadores telas de araña, brujas en aquelarre, gatos negros, fantasmas, calaveras, velas, murciélagos, vampiros, búhos, espantapájaros, todo enmarcado dentro un ambiente terrorífico y malévolo apuntando a repeler los espíritus malignos.
Para el tiempo de celebración de la fiesta pagana de este año coinciden circunstancias que nos llenan de pavor: en el mundo, la reencarnación de Drácula, Conde de Transilvania, en el cuerpo y alma del “hijo de Putin”, que ahora intenta tragarse Ucrania, gota a gota de sangre, y amenaza a la humanidad con una escalada nuclear (léase “víspera de todos los vivos que van a morir”); y en Colombia, con el advenimiento al poder del Conde de Petrogrado, reencarnación del coronel Chávez Frías, quien comenzó el proceso del engullimiento de un país vecino, conocido como el más promisorio de América y que hoy lo mantiene hundido, rechinando en el quinto patio del averno.
Y los augurios no pueden ser más espeluznantes: la economía está disparada, pero de pánico; la actividad empresarial anda con los pelos de punta; la seguridad social integral deambula, perpleja y sanguinolenta, por los corredores de un tétrico hospital, cual corcho en remolino; las otrora gloriosas fuerzas armadas andan en estampida; el orden público de la calle, desquiciado, con unas hordas de criminales alborotados, atracando, disparando y acuchillando impunemente a todo lo que se mueva, y hasta en Bogotá DC (Distrito Criminal) comunidades indígenas, en trance de vándalos, destruyendo estaciones, buses, vitrinas y machacando policías, porque parecen querer expandir su previa actividad criminal en los campos donde, envalentonados por el advenimiento al poder de su gran jefe, el Conde, se siguen dedicando a invadir tierras so pretexto de recuperar la “Pacha Mama” que en quechua traduce tierra madre.
Se trata de una variante horripilante del mismísimo Halloween en estilo “cambio”: si los indígenas tienen derecho a recuperar la pacha mama (va la madre), los vándalos lo tienen a ejercer la “protesta ilegítima” porque el gobierno dijo que eran víctimas de la “inequidad y marginalidad ancestrales” y todo dizque apuntando a la “paz total”, que no podría ser otra que la paz de los sepulcros y por ahí dijeron que “los peores monstruos se esconden debajo de las máscaras”.
Post-it. Vamos a ver hasta cuándo le dura al hechicero mayor, Roysputín, su “trick or treat “(truco o trato) repartiendo bolsas negras de mermelada en el parlamento a las decadentes bancadas conservadora y liberal que, perdiendo su norte y faro, se han dedicado a hacer pactos secretos con aquél, a sabiendas de que lo que está en juego es la democracia, y habría que aplicarles choques de exorcismo para que entiendan que esta fiesta de brujas no es ninguna película de terror.