Esta expresión, ¿Hasta cuándo?, tiene un importante origen clásico, la época de los emperadores romanos.
Pero aflora naturalmente en el caso colombiano cuando nos golpean con nuevas informaciones sobre corrupción. La más reciente y escandalosa la que se describe en la Aerocivil, la entidad encargada de los aeropuertos y de la navegación aérea. Nada menos. Transporte que ha sido preferido de los narcotraficantes. Ahí está la avioneta que presidía la entrada de la hacienda de Pablo Escobar. No sé si todavía. Pero las fotografías son un testimonio claro. Que hay corrupción, y del tamaño y sofisticación que nos describen, es algo escalofriante. Es que los aeropuertos son la puerta de entrada y de salida. Es que las pistas y aeropuertos clandestinos y las avionetas que los utilizan proyectan una imagen muy negativa de Colombia. Mayormente los aeropuertos conocidos. Y que la agencia gubernamental que los maneja aparezca con semejante prontuario de corrupción tiene que ser motivo de enorme vergüenza nacional e internacionalmente.
Una gran paradoja, ¡su anterior Director fue designado para dirigir la correspondiente organización mundial!
El tema de la corrupción es el nuevo fantasma que recorre el mundo y ello desde hace varias décadas. Está muy ligado a lo que se ha denominado el declive o la decadencia de la Democracia Liberal. Es al mismo tiempo consecuencia y causa de esa preocupante situación. Y refuerza otras dimensiones de esa decadencia que afecta por igual a las más importantes democracias como a otras no tan significativas. Es concomitante con la desconfianza frente a la política, a sus gestores, a las instituciones, a las políticas públicas y a la relación entre los ciudadanos. Nada fácil.
Es una situación que debe ser confrontada duramente ya, sin demora. Es la imagen de Colombia. Es la confianza en nuestras instituciones. Es la credibilidad en la lucha contra las drogas ilícitas. A no ser que nos digan que esa corrupción no llegaba hasta allá. !!!Por favor!!!
Ante el mundo la integridad de esta agencia no debe dejar dudas. Su transparencia debe ser bien valorada. Y reconocida. Ninguna zona gris es tolerable. Luz más Luz.
La seguridad de todos los pasajeros está comprometida. Un asunto de máxima envergadura. Tanto en el aire como en tierra.
Sería muy estimulante que pasara siquiera una semana sin que nos recordaran o presentaran un nuevo caso de megacorrupción. No nos dan un respiro. No sé cuántas veces he dicho que ya no me ocuparía del tema. En la lucha contra la corrupción hay pasividad y, también, indiferencia. Y claro cansancio, fatiga, desencanto. Como que nadie se ilusiona con ningún anuncio anticorrupción y las nuevas revelaciones escurren, no golpean, no sacuden. Es más de lo mismo. O peor. Y ¿qué más puede haber? ¿Acaso una terrible carga que hemos decidido sobrellevar? Y no faltará quien diga ¿y por qué no aprovecharse, también, de los comportamientos corruptos ...?
Si se utilizaran las herramientas reconocidamente eficaces en la lucha anticorrupción, otro muy diferente sería el panorama. No me hago ilusiones. Escribir libros al respecto no ayuda. Traer expertos internacionales tampoco. Realizar seminarios menos. Leyes y más leyes que no usan las herramientas claves o que se quedan escritas tampoco. Las ilusiones abren horizontes esperanzadores y pronto se tornan en duras frustraciones. ¿Entonces?