Uno no le pide a Santos que filosofe. Los gobiernos están para resolver. Para eso se los elige. Y las urgencias en el país son tantas, que no hay tiempo para detenerse a pensar.
Pero a los congresistas sí, porque legislar es poner los cimientos de la nación, cosa que no se puede hacer a la topa tolondra, a punta de fast track, o por la vía rápida en español -el idioma no solo de Juanes sino de 49 millones de colombianos- como hiperquinéticos, a la manera de quienes padecen esa disfunción cerebral que los lleva a la vehemencia y la actividad imparable, así como a la incapacidad de prestar atención a lo que sea por lo cual ni escuchan ni entienden.
Hiperquinéticas, como podrían ser las sesiones que comenzarán la semana entrante de las comisiones primeras conjuntas de Senado y Cámara cuando se tramite la reforma constitucional de Justicia Especial de Paz, sin duda un acto legislativo muy importante ya que definirá las condenas para los guerrilleros y militares que cometieron delitos relacionados con el conflicto armado, pero que además abrirá las puertas de la participación política a las Farc.
Y como esto es urgente, porque habilita a Timochenko y sus huestes para comenzar campaña con miras a las elecciones de 2018, el hiperquinético de Santos decidió echar mano del fast track, más altisonante que el pupitrazo del pasado, ese golpe de mano en el escritorio en los tiempos en que el voto no era electrónico y que se estilaba sobre todo en vísperas de Navidad para que los honorables congresistas pudieran ir a sus regiones a compartir lechona, sancocho y tamal con sus cándidos electores.
Dicen que un dirigente de las Farc dijo que "sin fast track volveríamos al monte"; es que la vía rápida les da poder a ellos y a nuestro Ejecutivo pero muestra las falencias filosóficas del Congreso, que se supone es un órgano deliberativo, o sea, que piensa, que analiza, antes de sancionar.
En este país se piensa poco y se piensa mal; se consume rápido, se actúa estilo fast track, ya que al fin de cuentas la capacidad mental del Congreso es escasa y la representatividad, un chiste, porque como los electores tampoco pensamos, elegimos mal, por la vía rápida.
Aquí, como en La hierba de las noches del genial Modiano, el tiempo no se mueve y “todo vuelve a empezar, con el mismo tipo de pluma y con la misma letra”.