La presentación que acabamos de escuchar del Dr. Albeiro Valencia Llano sobre “El café en la formación y consolidación del antiguo departamento de Caldas (1870-1930)”, es la mejor carta de presentación de la acertada decisión tomada por la Academia Colombiana de Historia para acoger como distinguido académico al Dr. Valencia.
Acabamos de escuchar una enjundiosa presentación, que refrenda los múltiples merecimientos académicos del Dr. Valencia, y que nos lleva de la mano documentada del autor por un apasionante itinerario.
En primer lugar, encontramos lo que fue el proceso de la colonización antioqueña en el territorio del viejo Caldas, Norte del Valle y el Tolima durante el S. XIX. La historia de la colonización antioqueña que ha sido ya bastante bien documentada encuentra con este aporte del Dr. Valencia una piedra de toque adicional y muy sugestiva.
Las semblanzas de los pioneros que desarrollaron la industria del Café en el viejo Caldas, los primeros esfuerzos de industrialización del grano en torno a las empresas dedicadas a la trilla, las exportaciones y el mundo cultural todo que rodeó el desarrollo de la gran “mariposa verde” como se le llamó al viejo Caldas es una faceta apasionante y bien documentada en este trabajo del académico Valencia Llano.
Como bien dice el autor a lo largo del S. XIX, “campesinos pobres de diferentes regiones se fueron adueñando de un inmenso territorio ubicado entre las cordilleras central y occidental, se enfrentaron a la selva, tumbaron árboles, levantaron fincas, trazaron caminos, construyeron fondas y posadas, fundaron colonias que se convirtieron en aldeas y pueblos y crearon un mercado interno. No fue fácil, porque tuvieron que enfrentar la acción de los empresarios dueños de baldíos y de concesiones de tierra, pero “impusieron” una reforma agraria de aquí surgió el antiguo departamento de Caldas, conformado por las regiones de Caldas, Risaralda y Quindío que se conoce como el corazón cafetero de Colombia”, o al menos así se conocía hasta cuando ya bien avanzado el S. XX las regiones del sur del país como Nariño y Huila empezaron a tomar el lugar protagónico en los escalafones cafeteros que hoy ocupan.
Este trabajo del Dr. Valencia Llano debería utilizarse a mi entender en todas las facultades de administración del país donde se enseña la historia de lo que fue la formación de las empresas en Colombia.
Uno a uno y con sus precisas referencias familiares vemos desfilar las semblanzas de los grandes capitanes no solo que sembraron el café sino que crearon la cultura misma del desarrollo de la caficultura que, junto con el suroeste antioqueño, conformaron el núcleo básico del desarrollo de nuestra principal industria a lo largo del S. XX.
Existen estudios que demuestran cómo la política económica y monetaria de la regeneración -que fue mucho más acertada de lo que se cree pues a veces se le identifica equivocadamente con el episodio de las “emisiones clandestinas”- fue el factor detonante que hizo despegar la caficultura en las laderas de la cordillera central y occidental -.
Este trabajo nos muestra también como los empresarios del viejo Caldas del S. XIX entendieron desde la primera hora que el desarrollo económico de su región no podía depender solamente de expandir la frontera agrícola cafetera, sino que era indispensable simultáneamente desarrollar las vías de comunicación que permitieran desembotellar al viejo caldas tanto como exportador de café y como de importador de maquinaria y materias primas.
Por esta razón se dibuja también con acierto en el trabajo de Valencia Llano lo que fue la génesis, las peripecias y el empeño de los dirigentes de la región para desarrollar emprendimientos como fue el cable aéreo Manizales – Mariquita “cuya velocidad era -nos informa el autor- de 2 metros por segundo y que para recorrer los 71km se demoraba 10 horas, mientras que los bueyes que desplazó hacían el recorrido en 10 días, lo que equivalía a la capacidad de carga de 17.300 bueyes, según cálculos del ingeniero Gustavo Pérez Ángel”.
También encontramos informaciones preciosas sobre lo que fue la titánica obra del ferrocarril de Caldas; de los otros puentes aéreos que se emprendieron y de las nuevas carreteras que poco a poco fueron sustituyendo los viejos caminos de herradura por los que irrumpió en su momento la colonización antioqueña.
Talvez uno de los aspectos más ilustrativos del estudio que hoy nos congrega, es la historia de cómo y porqué se creó del departamento del viejo Caldas cercenando para tal efecto trozos de los antiguos estados soberanos de Antioquia y Cauca.
La clase dirigente de Manizales era muy allegada al gobierno del general Rafael Reyes en cuya administración -1905- se efectuó una profunda reestructuración territorial de Colombia. La creación de nuevas unidades territoriales desmembradas de los territorios de los grandes estados predominantes en el S. XIX fue una de las ideas centrales del gobierno de Rafael Reyes.
“Frente a los gravísimos problemas que encontró el nuevo mandatario, y ante la crisis de los partidos y las dificultades para gobernar, el presidente cerró el Congreso y declaró el estado de sitio para impulsar las reformas, económica, constitucional y el reordenamiento territorial reunió una asamblea nacional Constituyente y legislativa que dotó al gobierno de amplias facultades extraordinarias.
El tema del fraccionamiento de los departamentos tradicionales, en unidades políticas y administrativas más pequeñas, se empezó a agitar, de nuevo en 1904 y tuvo su concreción con la ley 17 de 11 de abril de 1905 mediante la cual se crearon varios departamentos de menor talla que los soberanos del S. XIX, uno de ellos el de Caldas.
El papel de la iglesia fue también de señalada importancia en la creación del departamento de Caldas.
“Cuando agonizaba el S. XIX y en plena guerra de los mil días, la iglesia estaba preocupada por la posibilidad del triunfo de los liberales lo que significaría regresar al sistema federal, dice el autor. Para adelantársele a los hechos algunos obispos propusieron crear una diócesis que sirviera de base para fomentar un nuevo departamento después de la guerra”.
Se puede afirmar, concluye el autor, que la religiosidad, más los aspectos económicos y políticos, contribuyeron a definir el número de municipios que integrarían la nueva diócesis y el futuro departamento; pero era claro que no había unidad cultural. En su visión de nueva entidad administrativa la iglesia planteó la necesidad de poner una cuña entre las regiones de Antioquia y Cauca, para contribuir a superar los tremendos problemas políticos e ideológicos que tantos males trajeron al país. Es la conclusión a la que llega el Dr. Valencia Llano.
La mirada panorámica de este trabajo concluye con la referencia al segundo Congreso Nacional de Cafeteros reunido en Medellín el 21 de junio de 1927, cuando se crea la Federación Nacional de Cafeteros.
Para la Academia de Historia de Colombia es un gran honor que el Dr. Valencia Llano ingrese a partir de hoy a su elenco académico; pero también el estudio al que nos hemos referido es la mejor prueba de que la historia no es solo biografía de héroes, sino también el análisis de la manera como se formaron sus territorios que es lo que hemos escuchado en la tarde de hoy con gran provecho.
*Presentación en la Academia Colombiana de Historia.