“JUGUÉ MI corazón al azar y me lo ganó la violencia”. Esta es una de las frases poéticas pronunciadas por Arturo Cova, personaje principal de ‘La vorágine’, que tanto le ha dado la vuelta al mundo y que hace parte del escaneo literario de “El fulgor moribundo. Comprender La vorágine” del destacado académico español Jorge Urrutia, quien hace un análisis comparativo sobre la obra de José Eustasio Rivera.
Publicado por la editorial Tres Cantos, de Pereira, el libro revela los antecedentes constructivos de esta novela, actualmente en boga por el centenario de su publicación, y el cual desmonta los tópicos arraigados en torno a esta obra fundamental de la literatura latinoamericana.
EL NUEVO SIGLO lo entrevistó para conocer más a fondo sobre esta investigación literaria y de cómo la novela cautivó el interés por descifrarla.
Jorge Urrutia es profesor emérito de la Universidad Carlos III de Madrid. Su amplia obra teórica y crítica abarca diversos géneros y periodos literarios, lo que le permite consolidarse como una figura destacada en el campo de los estudios literarios.
EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo y porqué nació este manual para comprender “La Vorágine”?
JORGUE URRUTIA: El año pasado fui a Bogotá porque me invitaron a coloquio en una librería sobre La vorágine y yo tomé algunos apuntes de lo que se habló allí, pues me di cuenta que podía escribir un libro con esas notas, ya que encontré una visión distinta de la novela de la que se suele tener en Colombia o en Argentina en esa época. Me llamó la atención que, de las tres partes de la novela, la más larga es la primera, el cual transcurre en los llanos y de cómo el autor construye el relato y elabora un sentido de pertenencia territorial. Entonces, me interesa de la novela cómo el autor hace una organización narrativa. Lo que hice fue un estudio literario sobre La Vorágine.
ENS: ¿Y con qué se encontró?
JU: La novela para mí tiene algo muy interesante y es que está integrada en una tradición. Escribir una novela sobre la selva no era una novedad en 1924, porque ya se había escrito en América y en Europa muchas de ellas sobre la selva y, por lo tanto, no era la primera, el tema de los caucheros tampoco era una novedad, porque era una situación que estaba todos los días en los periódicos. Entonces me encontró con que La Vorágine se construyó por una tradición literaria: viajes y aventuras dentro de un género que también se le llamaba la novela bizantina, una historia en la que dos enamorados son separados por algún motivo y uno de ellos en busca del otro se adentra en numerosas aventuras que van retrasando el reencuentro.
ENS: No obstante, Rivera realizó varios cambios de edición entre 1924 y 1928. ¿Por qué se realizaron tales modificaciones?
JU: Entre la primera edición (1924) y la de Nueva York, la última, se hicieron seis mil cambios, porque él empieza escribiendo una novela con una construcción poética como otras del modernismo, con cierto tipo de estilo lírico y a lo largo de las ediciones va cambiando y buscando algo que no sabemos muy bien, a lo mejor era un motivo personal, pero vemos que va convirtiéndola en una novela casi testimonial.
También vemos que hay un juego con las fotografías, por ejemplo, en las tres primeras ediciones tenía tres fotografías y en la edición de Nueva York le quitaron esas imágenes, entonces uno se pregunta: ¿por qué lo hicieron? ¿Por qué ese juego literario? y vemos que él decide hacer esos cambios, porque incluso en una de esas fotografías, en la primera, es un retrato del propio Rivera y las otras dos fotos son dos postales turísticas compradas y con todo eso se construye una novela que es realmente la búsqueda de un personaje de sí mismo.
ENS: ¿El hilo narrativo de La Vorágine podría compararse con otras novelas clásicas?
JU: En cierta forma sí, porque en los años 20 surgieron algunas novelas que hablan de la tierra, por ejemplo, Doña Bárbara, y otras más que nos llevarían a hacer una especie de elección literaria. Vemos que en el siglo XIX los países estaban viviendo los problemas fronterizos, los mismo que pasando actualmente, entonces las novelas van sirviendo de contexto, para las generaciones que están definiendo el concepto de país y los límites territorial. Por lo tanto, es un tema que ha originado muchas historias y que han impulsado la literatura latinoamericana y en el caso de Colombia, ha denunciado la situación de los caucheros colombianos, entre otros problemas.
ENS: ¿Cree que Rivera era un escritor adelantado a la época, con técnicas de construcción de la novela como se evidencia en La Vorágine?
JU: Rivera construyó un relato muy a la época, una situación que se vive actualmente en muchos países, al igual que la historia del manuscrito de Arturo Cova, un escrito que pasa por muchas manos, hasta llegar a su desenlace. Rivera fue un escritor que leía mucho, porque en esa época recordemos que no había televisión, ni radio. Él tuvo clases de retórica y poética y se devoraba muchas obras y clásicos literarios. Todo eso lo demuestra en esa visión literaria que valía la pena analizar. Sin duda, el autor colombiano hizo una muy buena construcción literaria con todos esos elementos: la situación de los caucheros, la selva, el manuscrito, la historia de amor.
ENS: Para usted, ¿qué es lo más trascendental de La Vorágine?
JU: El tema de la tierra. Esa especie de apropiación del terruño. Recuerde que la novela Cien años de soledad, la única importante del boom, habla de la tierra, de Macondo. Lo interesante de estos es que Gabriel García Márquez se la ofrece a la Editorial Losada, de Buenos Aires, y se la rechazaron, no la quisieron publicar porque es una novela campesina y en ese momento se escribía sobre temas urbanos. Eso pasó. Guillermo De Torres se equivocó.
ENS: Ha tenido la oportunidad de leer a los escritores colombianos, ¿cuál es su opinión sobre la literatura de este país?
JU: Tienen una narrativa literaria muy rica y abundante que han sabido explotar. De hecho, mi mujer es una excelente novelista colombiana, Consuelo Triviño, y al igual que ella hay muchos escritores buenos, sin embargo, el nombre de García Márquez pesa mucho, entonces ha aparecido una generación de escritores que quiere liberarse de Márquez, porque ha pesado mucho su imagen, pero no estamos en el gran momento que significó el boom literario, un movimiento que evidentemente olvidó a las mujeres, curiosamente funcionó como una cooperación comercial, incluso hasta machista, porque olvidó a las figuras femeninas, pero que puso sobre la mesa una manera de narrar, de asumir las novedades novelística, europea y norteamericana y fue un momento glorioso y luego, naturalmente, lo que vino detrás de eso, fueron poetas un poco silenciados por el peso de los padres.