Histórico | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Agosto de 2022

Empieza una nueva época para Colombia; este es un momento único en su historia. Por primera vez las personas del común, sin ostentar ningún tipo de alcurnia o privilegio, tendrán representación directa en el poder ejecutivo y harán parte de las mayorías en el Congreso. Algo inédito en este país marcado secularmente por la exclusión social, la desigualdad económica y la intolerancia política. 

No es poca la responsabilidad del nuevo gobierno y el nuevo Congreso, además de gobernar y legislar, tienen el deber moral de demostrar que es posible transformar la realidad por vías pacíficas y democráticas; que después de tantas guerras y guerrillas, que solo han dejado muerte, destrucción y pobreza, la vía política e institucional es un mejor camino para hacer de este un país más justo. 

Al presidente Gustavo Petro le espera la difícil tarea de reconciliar a una sociedad profundamente dividida y polarizada -muchas veces por él mismo-, solo así será posible llevar a cabo el cambio que ha prometido. Nos necesitamos y nos necesitamos diferentes. Valorar las distintas formas de entender el mundo es condición indispensable para enriquecer la realidad. No tenemos que pensar igual, solo tenemos que aprender a deliberar, a confrontar las diferencias para buscar y encontrar, juntos, puntos comunes. Lograr esto sería el principio de una verdadera transformación social y cultural. 

El cambio que tantos han reclamado en las calles, al son de las cacerolas, requiere más inversión social, más recaudo, mejor distribución de la riqueza y, necesariamente, más empleo, más empresa, más productividad y mayor prosperidad. Dada la importancia vital de las actividades extractivas en la economía del país, lograr un balance entre el crecimiento que se requiere para impulsar estas reformas y la mitigación de la crisis climática, es un desafío enorme. Sin duda, el modelo de desarrollo y el impacto de las actividades económicas en el medio ambiente deberán estar en las discusiones y los análisis de todos los sectores.

La paz sigue siendo una asignatura pendiente en Colombia. Cumplir con los acuerdos, acelerar su implementación, proteger a los líderes sociales y ambientales, combatir a las organizaciones criminales y llenar los vacíos de poder con presencia institucional, es una deuda impostergable con el país rural. Ese es el anhelo que encarna la vicepresidenta Francia Márquez. Junto a ella camina la esperanza de quienes han padecido la violencia de los grupos armados en absoluto abandono del Estado, han resistido en soledad y, aun así, se han levantado mil veces al amparo de las mismas comunidades. Es la oportunidad de abrazar a ese medio país, valiente y valioso, del que tenemos tanto que aprender. 

Lo que vivimos hoy no tiene precedentes en el pasado y marca un hito hacia el futuro. Para millones de personas es el renacer de la utopía y la constatación de que es posible agenciar los cambios, tomar las riendas de la realidad y hacerla más equitativa. Esto en Colombia, el séptimo país más desigual del mundo y el primero en América Latina, es algo histórico. 

@tatianaduplat