Hombres de negocios | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Diciembre de 2016

Un avión que se estrella por falta de combustible en un cerro cercano a Medellín, matando a 71 personas, entre otros, a un equipo brasileño de fútbol con todo y directivas, periodistas y algunos hinchas, es el caso más reciente de los intereses comerciales puestos como prioridad por encima, incluso, de la vida.

No será el último. Ni es el primero. Ni es exclusividad del tercer mundo. En la muy civilizada España aún está vivo el escándalo del Yak 42, un avión ucraniano que había sido contratado por su bajo costo y que se llevó la vida de 62 militares españoles al precipitarse a tierra en Turquía. Toda una trama de corrupción, tacañería y chambonadas quedaron al descubierto a propósito de semejante tragedia.

No son hechos aislados porque la humanidad es una sola y la ambición es probablemente la característica humana más común de hallar, lo que pasa es que últimamente se notan más porque son una consecuencia natural del triunfo del capitalismo en su versión más salvaje: El neoliberalismo.

Esa doctrina económica es la que convenció a muchos de que el Estado hay que manejarlo con criterios empresariales. Por ahí derecho comenzó aquello que Alberto Lleras siempre consideró el mayor riesgo para cualquier Estado, el de los “hombres de negocios” en los carros y los cargos oficiales.

Llegaron y comenzaron a actuar como tales. Un Ministro de Energía que proviene de una empresa dedicada a la fabricación de baterías, parecía de lo más natural. Un Ministro de Interior y de Justicia con negocios en Invercolsa o con intereses profesionales en el cobro de deudas de sus (¿ex?) clientes al Estado o profesionales del mercadeo dedicados a hacer lo mismo con el medio ambiente del país en el ministerio del ramo, no escandalizan a nadie.

La salud se volvió el gran negocio para unos. Y la gran tragedia para otros. Hay que ser eficientes y producir ganancias a como de lugar así sea en sectores tan sensibles como la salud. Que tiene cáncer y el oncólogo recomienda 15 sesiones de quimioterapia. Pues no, que le realicen sólo 10 que es lo que el gerente financiero estima rentable. Y así la gente se va muriendo por un lado, mientras por el otro crece el patrimonio del dueño de la EPS y el del abogado que lo protege, incluso desde sus cargos oficiales.

La ambición económica no va separada de la corrupción. De las dos somos víctimas todos los días. Arroyos en Barranquilla que se solucionan en una calle trasladándolos a otra; niños que mueren de inanición en la Guajira; edificios de apartamentos que se caen solos en Medellín o ciudades completamente robadas por una administración dedicada a ello, como ocurrió en Bogotá, son simple y llanamente el resultado de volver el Estado una empresa, es decir un negocio.

 Todo eso ocurre porque la política, que era el arte de gobernar, se convirtió en algún momento no en el arte de negociar, sino en el de hacer negocios. Cambalache, el tango que era una exageración se está quedando corto.

@Quinternatte