HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Noviembre de 2013

Colombia en una novela

 

Lo  más contradictorio del mundo se escribe y se afirma sobre Colombia. Que tiene la más deliciosa variedad de climas; que ha sido cuna de hombres colosales -Santander, Mosquera, Núñez, Caro, Cuervo, Botero, García Márquez-, que nadie nos supera como nación cálida y hospitalaria y mil virtudes más. Otros -pesimistas- nos pintan como monstruos. Y dan como argumentos, la pavorosa biografía vista en televisión en todo el mundo del feroz criminal Pablo Escobar y el demencial asesino Rodríguez Gacha. Otro éxito escalofriante del cine demencial.

Hace algunos años asistí, con el expresidente de la Corte Suprema, Dr. Jorge Enrique Gutiérrez Anzola, a un congreso de Derecho Penal a París. Al final, nos dieron 10 minutos para hablar en la sesión plenaria y aproveché la ocasión para refutar a quienes nos consideraban como campeones del terrorismo en el mundo. Sostuve en ese lejano foro: Colombia tiene 32 millones de habitantes y 7.000 insurgentes. Y es absurdo y anti-científico calificar a millones de gentes buenas, por lo que hacen un puñado de desalmados… Nadie puede descalificar a los apóstoles de Cristo, por la abominable traición de Judas. Jamás se puede generalizar, convirtiendo las “excepciones en reglas”. Europa, cuna de la civilización, en la última guerramundial horrorizó al mundo con 52 millones de muertos…

El sabio Francisco José de Caldas repetía que había que amar a Colombia, nuestra patria, por encima de todas las cosas del mundo. La patria es todo lo grande y lo pequeño dicen los poetas. Nos nutre con lo mejor de su sangre. La patria es lo que ríe y lo que motiva. La patria es la ternura de la madre que nos alimenta y el brazo poderoso del padre que nos proyecta. Los mejores recuerdos surgen en la mente del lector al devorar con pasión las 340 páginas del libro titulado: Cantaré en tus funerales, novela maravillosa de Rafael Mojica García, humanista; ha escrito 13 libros y educador de sólido prestigio. Rector y fundador de la Universidad del Meta. Este volumen lo editó Fundación periodistas de América, que dirige el empresario e historiador Alberto Hinestrosa Llanos.

Una novela, como Cantaré en tus funerales,de Rafael Mojica García, para que sea buena, tiene que ser incisiva, mordiente, sin cuartel, desde la primera página hasta la última. El mayor mérito de esta publicación es la fuerza narrativa del autor. La prosa es un instrumento musical infinitamente dúctil: juega, ríe, cuestiona, ataca, denuncia, protesta, rememora,es ágil como el relámpago. Desde luego no comparto algunas apreciaciones. Por ejemplo, se trata de sostener que la violencia fue un invento del conservatismo. Lo único, técnicamente demostrado es que nada en el mundo se produce por “generación espontánea”. El gran maestro Darío Echandía y Gerardo Molina corroboran la teoría de que en “Colombia hubo una guerra civil no declarada”. Y las guerras, como los incendios, son devastadoras. En las confrontaciones terribles, lo primero que se sacrifica es la verdad. En el mundo y en Colombia más, el fanatismo es una poderosa fuerza distorsionadora.

El rector Rafael Mojica García trabaja con seriedad los temas. Jamás improvisa. Se documenta en lo posible, pule el lenguaje, lima la frase en busca de mejor expresión que logre armonizar la musicalidad del estilo con la fuerza del pensamiento. Las frases son vasos santos difíciles de colmar y a la vez joyas talladas que deben engastarse sobre la arista justa y el concepto preciso. Solo así resultan fecundas y luminosas. Este escritor sorprende como charlista por la velocidad con que define situaciones, analiza problemas y destruye contrincantes. Habla pensando y piensa hablando. Los cercanos le decimos “Rebote”, por la forma relampagueante con que habla y sentencia. “Sacrifica un mundo por hacer una frase”.