HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Febrero de 2014

TODO SE FESTEJA BEBIENDO

Alcoholismo y desastres 

Todos  los licores combinados se consumen en grandes cantidades, ritualmente, en los actos civiles, económicos, políticos, religiosos, domésticos, artísticos, científicos, de modo que puede afirmarse sin exageración que no se realiza ningún acto de la vida de relación social colombiana, sin el acompañamiento obligado del alcohol; y sucede al contrario, que si en alguno de ellos se prescinde del uso de la bebida, de los brindis, el acto es acremente criticado, y esto explica que la generosidad de los componentes del grupo colombiano no solamente aprueba la utilización de la bebida en su vida de relación social, sino que condena la abstinencia y la temperancia. Resulta pues que una celebración, fiesta y otros eventos sin licor son calificados de insulsos y aburridos.

Las fiestas hogareñas, nacimientos, cumpleaños, grados, presentación de libros, viajes, regresos, éxitos, fracasos, se registran acompañados de licor. Igual los funerales y el novenario por la muerte de un campesino. Lo mismo sucede con los actos religiosos. Matrimonios, nacimiento del Niño Dios, festejos de los santos admirados con fervor campesino.

Los juegos como el dominó, el póker y la canasta en el club o en la casa, deportes como el fútbol, baloncesto, etc., la corrida de toros, a donde se lleva la bota llena de alcohol. En la fiesta taurina se consume licor, a la hora del almuerzo, cuando se lleva a cabo el certamen y después para festejar el éxito o deplorar el fracaso de los matadores.

Los éxitos económicos, constitución de una empresa, instalación de un negocio, la primera piedra para construir vivienda o levantar un edificio se festejan con alcohol.

Las ceremonias políticas, toma de posesión del mando, mensajes presidenciales en fechas singulares, nombramientos, destituciones, ascensos, anuncio de importantes proyectos, saludo a funcionarios extranjeros, otorgamiento de condecoraciones, todo motiva el consumo de alcohol. Si esto se hiciera con sobriedad sería plausible. Pero el exceso, el descontrol y al abuso siempre son funestos. La mayoría de tragedias familiares y sociales se origina en la ingestión desmedida de bebidas embriagantes. Violencia intrafamiliar, rompimiento de vínculos matrimoniales, lesiones brutales, homicidios, agresiones verbales, son motivados por el alcohol. Cuando se impone la ley seca merman los conflictos, los ataques sexuales, las estrelladas de carros y mil desastres más.

Muchos colombianos piensan que beber es animalizarse, degradarse y convertirse en un salvaje peligroso. La gente civilizada tiene el licor como un estímulo espiritual para fraternizar cálida y equilibradamente.

En las fábricas son tremendos los desastres originados por operarios irresponsables, al accionar las máquinas en lamentable estado mental originado por el ‘guayabo’. Los trasnochados, los debilitados, los alterados por el alcoholismo, jamás producen lo mismo que una persona sana, disciplinada, madura y ansiosa de rendir al máximo en su normal jornada laboral.

Debería existir una cátedra en escuelas, colegios e institutos formativos, explicando lo trágico del abuso del alcohol. Algunos medios exhiben imágenes impactantes de las catástrofes provocadas por hombres en estado de embriaguez. Urge inculcar la cultura y la moderación en el uso del licor.