Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Diciembre de 2015

INFAMIAS Y MUCHO MÁS

Cartel de los testigos falsos

NADA  se puede comparar con la tragedia de sufrir el escarnio de un encar­celamiento injusto, como producto de un error judicial. Y esto, casi siempre ocurre como consecuencia de un testimonio falso. Si existe la justicia, no debe ser permitido que los jueces se equivoquen, así sean flexibles y así existan los perjuros. Todo juez tiene el deber inexorable de verificar, constatar y com­probar todos los elementos que le sirven de base para tomar decisiones tan extraordinariamente graves. Si el testimonio es viejo como el mundo, la ciencia ofrece mil recursos para evitar el extravío. Y si por cualquier motivo, al final del proceso, triunfa la duda sobre la certeza, la obligación inmediata del juez es dejar a ese hombre a la justicia de Dios y tener por cierto, que el reo se enfrente con la profundidad de su propia conciencia.

 

La eterna sentencia, "En caso de duda, absolver", es una conquista de los siglos, afirmación más del alma que de la ciencia y reposa sobre la esencia de la justicia. "Mejor cien culpables libres, que un ¡nocente condenado". Si el culpable cae una vez, puede caer otra, pero si una vez perece el inocente, ya no puede remediarse.

 

Francois Gorphe sostiene: "Ningún testimonio está exento de error. El testi­monio es una reproducción deformada de la realidad. Hasta de una fotografía hay que dudar. Depende de la calidad del aparato, de la habilidad del que la maneja, la luz, el ángulo, el enfoque. Un testigo puede fallar física o mental­mente. El estado anímico, los intereses, los afectos y otras circunstancias más".

Por eso, la prueba única es funesta. El derecho romano y el canónico exigen la pluralidad de pruebas. Mejor la concordancia de varios medios de prueba, que la coherencia de un solo testigo. Esto tiene un valor de control. Si obser­vadores diferentes concuerdan, esto puede generar tranquilidad. Una cosa es la divergencia adjetiva y otra la contradicción irreductible. Debe prevalecer lo sustancial, sobre lo accidental.

 

Juan Gossain, en EL TIEMPO, escribió: "El Cartel de los testigos falsos. Viaje a las entrañas del demonio. El que no quiere ser vencido por la verdad, será vencido por la mentira" (San Agustín). "Este es el capítulo que le faltó a Borges en su Historia Universal de la infamia. Me resisto a creer que semejante monstruosidad esté ocurriendo en Colombia. Hay testigos profesionales que llevan nueve años contando cosas y nunca terminan. Y la justicia los sigue oyendo. Hay un hombre al que la Corte Suprema de Justicia condenó en el 2006, pero, desde entonces y hasta hoy ha sido testigo en cuatro casos dife­rentes, aunque se demostró que mintió en los tres primeros. El Director de In­vestigaciones de la Fiscalía, Julián Quintana, declaró que se están presentando veinte imputaciones contra testimonios embusteros. En el caso de Alfredo Ra­mos -expresidente Senado- declaró un hombre que usa 12 alias diferentes, es prófugo de la justicia…La Fiscalía demostró que ha mentido”.