Vivienda, pobreza y política
Importante la decisión del presidente Santos sobre vivienda: construir 100.000 casas de interés social para entregar gratis a los más pobres de los pobres, sin menoscabo de los programas que se vienen adelantando.
El déficit es enorme, un millón y medio de viviendas nuevas. Los programas para las clases necesitadas exigen ahorro o aportes, adicionales al subsidio. Pero en nuestro medio de desigualdad extrema hay muchas familias que no tienen cómo aportar ni ahorrar. Se quedan por fuera, con su desdicha a cuestas. Entregarles vivienda sin costo alguno es un paso acertado en la lucha contra la pobreza.
El programa no es asistencialista ni demagógico. Solo realista y equitativo. Comparto el que no hay que regalar el pescado sino enseñar a pescar. Pero en los estratos mas abandonados no hay siquiera para adquirir la caña. Es extrema su pobreza, sin empleo, sin posibilidad ninguna de vida decorosa ni de salir de su triste situación. Son los condenados por generaciones a sufrir la miseria en todas sus dramáticas manifestaciones.
Tener casa propia dignifica, estimula, abre perspectivas, alivia dolores en el cuerpo y en el alma. Mejorar la condición de vida de por lo menos 500.000 colombianos, cinco personas promedio por familia, es parte de la solución.
El programa presidencial no para ahí. La construcción de vivienda genera trabajo, tres o cuatro directos por casa, y muchos más indirectos. Impulsa el crecimiento de la economía, pues requiere ladrillo, cemento, baldosín, tejas, madera, puertas, tubería, baños, puntillas. Necesita transporte, pintura y hierro, instalar agua, luz, alcantarillado, hacer obras de urbanismo, levantar colegios, iglesias, establecimientos de comercio, preservar el medio ambiente. Muchos ganan y deben pagar impuestos. Es desarrollo, es equidad.
De esta manera el presidente Santos da respuesta a los que al elogiar su gobierno echaban de menos una efectiva política social. Se trata de luchar contra la pobreza y al tiempo colocar bases reales para comenzar a sacar al país de esa lamentable situación de desigualdad que nos abruma y avergüenza.
El hecho político lo constituye la responsabilidad que el Presidente le otorgó al doctor Germán Vargas para que se haga cargo del programa asumiendo la cartera de Vivienda, donde remplazará a la doctora Beatriz Uribe, eficiente funcionaria que continuará en el gobierno. Al jefe de Cambio Radical le fue bien en el Ministerio del Interior, lo que no es fácil. Se proyectó para altos destinos y ahora recibe importante guiño de quien ayer no más era émulo en la competencia presidencial.
Construir 100.000 viviendas para los pobres y continuar el programa de completar un millón, no es un proyecto para ejecutar en 13 meses, fecha máxima de retiro para los funcionarios que aspiren a la Presidencia. Eso lo sabe el nuevo Ministro, quien piensa con largo alcance y prefiere quedarse haciendo casas y casas.
Pero el doctor Santos sí no se inhabilita. ¿Es una señal para deducir que comenzó en firme el camino a la reelección? Como en el dicho, “averígüelo Vargas”.