HORACIO SERPA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 26 de Septiembre de 2012

Hay Tiempo para la paz

 

La última edición de El Tiempo, dirigida por Juanes en una simbólica expresión de solidaridad con la paz y con un cambio de actitud, fue sencillamente ejemplar. Significó mucho en este momento en el que el gobierno del presidente Santos y las Farc se reúnen para avanzar hasta el final en el propósito compartido de poner fin al conflicto armado.

Leyendo todas las páginas de El Tiempo, todos los artículos, los diferentes informes, las estadísticas, las declaraciones, ese precioso material informativo y analítico sobre la necesidad del entendimiento nacional, surge sin dificultades mayores una auténtica solidaridad con la convivencia y con todos los esfuerzos que se hagan para superar la situación de enfrentamientos y violencia que el país soporta hace medio siglo.

Es importante impulsar ese sentimiento de reconciliación a que se refiere el diario capitalino. Entendernos a pesar de las diferencias, perdonarnos no obstante la gravedad de los daños, ser capaces de vivir sin rencores ni resentimientos, darnos la oportunidad de llegar a un nivel superior de convivencia, son propósitos que debemos practicar y estimular para que de verdad encontremos “tiempos mejores para el país”.

“El sistema en que vivimos está viciado. Es la hora del cambio”. Palabras sabias de Juanes que deberíamos acoger todas y todos los colombianos.  

Desde luego, nada cambia si no hacemos lo indispensable para lograrlo. Aquí no caben apoyos morales ni solidaridades retóricas. El cambio se produce si actuamos, si entendemos al otro para que este y los demás nos entiendan, si aportamos en sentimientos y en lo material, si estamos dispuestos a juntarnos con el agresor de ayer y a procurarle la posibilidad de una nueva vida, sobre la base de que él entienda que el cambio es misión de todos y que se requiere su participación para gozar las bondades de una nueva situación.

En Oslo y La Habana se va a negociar el silencio de las armas. Nunca más podrán ser utilizadas sino por una autoridad que siendo legítima y equilibrada las use  para asegurar la permanencia de la paz que se está negociando y garantice a cada persona, a cada niño, a cada anciana, el goce cabal de sus derechos constitucionales y el mejor bienestar personal y familiar.

La responsabilidad del Gobierno y de las Farc es enorme. Casi cincuenta millones de personas dependemos de su sabiduría, de sus sanos propósitos, de su disposición de entender que  el actual estado de cosas, perjudicial y violento, propicia el desmantelamiento de las instituciones republicanas, impide el crecimiento económico del país y mantiene la situación de desigualdad que nos agobia como nación.

Está demostrado que con la guerra todos perdemos. Al contrario, si llega la paz todos ganamos. Por eso es que debemos mantener el actual momento de respaldo a tantos esfuerzos que se adelantan para conseguir tranquilidad, progreso y justicia.

Porque la paz es justicia, comprensión, tolerancia, respeto, entendimiento entre quienes son diferentes. La paz es un acto de valor. ¡Asumámoslo!