HORACIO SERPA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Octubre de 2012

Una dosis de realismo por la paz

 

Dijo el presidente Santos en declaraciones para CNN: “No se les puede pedir a las Farc que se arrodillen, se rindan y entreguen las armas”.

A muchos no les debe haber gustado la frase del Mandatario. Otros estarán preguntándose las razones que lo llevaron a pronunciarla. Bastantes, como quien esto escribe, la entendemos perfectamente y la apoyamos. Es, en términos prácticos, una alta dosis de realismo.

Hace años le escuché a Gabino, Jefe del Eln, decir más o menos lo siguiente: “Llevamos 40 años de lucha armada por razones políticas, tenemos ideales, tenemos armas, tenemos territorio, tenemos base social; podemos estudiar una propuesta de hacer la paz y buscar nuestros objetivos por la vía que nos ofrezca la democracia formal, para lo cual podríamos estar dispuestos a renunciar a la lucha armada. Pero no pueden creer que sería una rendición o que nos dejaremos humillar. Podemos seguir combatiendo mucho tiempo y eso lo saben el Gobierno y el Ejército”.

La observación principal que se hace a lo que llaman “negociar la impunidad” es la de que se va a exculpar a los responsables de muchos crímenes, entre ellos de lesa humanidad. Son terroristas, narcotraficantes, asesinos y es indigno pactar con ellos, a más de dar mal ejemplo y de estimular la violencia.

Alguien escribió hace años el siguiente versito: “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”.

Mirando la situación con el lente catastrófico de los oponentes, sería casi imposible hacer acuerdos porque a los guerrilleros se les ubica en el plano de lo exclusivamente criminal. Si se les reconoce una intencionalidad política y se aceptan relaciones de conexidad con el delito de rebelión, sin absolver los crímenes de lesa humanidad, se puede avanzar. Lo que debe hacerse. No sería la primera vez. La última que se hizo fue con el paramilitarismo, forzando en extremo una teoría de favorabilidad dentro de los criterios de la Justicia Transicional.

Lo otro sería continuar esta confrontación atroz, violenta, mortal, que todo lo destruye. La guerra es la miseria, por el lado que se la quiera mirar. No la merece el país, pero va a continuar si no le ponemos remedio por medio del proceso que se atrevió a iniciar el Presidente de la República.

Es a lo que se refiere el doctor Santos. Porque no hay duda acerca de que lo institucional vencerá a lo subversivo. Pero…. ¿cuándo? ¿En diciembre, el año entrante, dentro de cinco años, en 2025?

Es el momento de salir de tremendo problema. Ya va medio siglo de conflicto armado. Nos toca tener la fortaleza y el buen juicio de prodigar todas las condiciones para que se firme la paz.

El presidente Santos merece la confianza del pueblo colombiano. También la Comisión Negociadora y el Comisionado para la Paz. Son gente seria, responsable, buenos colombianos. Defenderán nuestros intereses. Llegó la hora de la paz y no la podemos desaprovechar.