HORACIO SERPA | El Nuevo Siglo
Jueves, 20 de Junio de 2013

¿Constituyente? ¿Referendo?

 

Antes se decía, cuando las situaciones se ponían difíciles, que estaban “color de hormiga”. Parece que así están las cosas en La Habana, a raíz de los comentarios que se han venido haciendo sobre la forma como debieran refrendarse los acuerdos de paz.

Ya se había comentado el tema, que se empezó a tocar de nuevo porque al comenzar otra etapa de deliberaciones los voceros de las Farc dijeron que una Asamblea Nacional Constituyente es el procedimiento apropiado y, además, el único que están dispuestos a aceptar. La cabeza de la comisión gubernamental, Humberto de la Calle Lombana, dijo que el Gobierno no lo aceptaba y que ni siquiera sería objeto de discusión.

No sé si el planteamiento forme parte del segundo punto que comienza a analizarse, relacionado con los aspectos políticos de la negociación. Hay razones elementales para entender que es un tema de la agenda para conversar cuando se llegue a acuerdos sobre los contenidos que deben discutirse y pactarse. Lo que hasta ahora se ha comentado y aceptado por las partes es que lo acordado debe contar con la aprobación popular.

Las Constituyentes tienen por objetivo fundamental y único reformar el constitucionalismo de un Estado o elaborar una nueva Constitución. No son corporaciones que tengan por finalidad refrendar acuerdos o ratificar convenios. Lo indicado cuando se trata de darle validez ciudadana a compromisos como los que se trabajan en Cuba es convocar a un referendo, a un plebiscito o a una consulta popular. En otras palabras, someter el conjunto de los acuerdos a consideración  de la gente con capacidad de tomar decisiones políticas, para que exprese mediante el voto si está de acuerdo, o no, con lo convenido en las deliberaciones.

Una Constituyente, además, tiene que integrarse por delegatarios elegidos por el voto popular. Nadie podría saber si va a estar integrada por amigos o contradictores del proceso de paz, ni conocer sus  resultados. De manera tal que si se llegare a hacer forzosa una convocatoria de tal naturaleza para que sus miembros se pronunciaran sobre los acuerdos, lo cual sería a todas luces anti-técnico, estos estarían facultados para aprobarlos, rechazarlos o modificarlos.

Además, una Constituyente, por más que se cite solo para determinados fines, tendría la atribución de asumir la reforma de la Constitución, como se planteó en la Constituyente de 1991. Sería “omnímoda y omnipotente”.

Lo que debe prevalecer en Cuba es la buena voluntad de Gobierno y guerrilla para encontrar soluciones al conflicto armado. Y las dos partes tener la seguridad del cumplimiento de los acuerdos. En eso debemos acompañarlos todas y todos los ciudadanos.

Las Farc tienen derecho a decir, “tocar no es entrar”. El Gobierno lo tiene para expresar que no está de acuerdo. Y unas y otro tienen el deber de hacer los mayores esfuerzos para conciliar las posiciones y encontrar el camino adecuado. Si en todo estuvieran de acuerdo, para qué la negociación. Lo importante es que encontremos la paz. Así sea.