HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 25 de Septiembre de 2012

Autoritarismos

 

Gustavo Petro ha pasado en poco menos de dos años, de ser uno de los más caracterizados voceros de la izquierda nacional a ser un gobernante con un rasgo tremendamente característico de la derecha: el autoritarismo.

Ningún alcalde mayor de Bogotá ha tenido menos continuidad en sus colaboradores, ni ha recibido más renuncias por “razones personales” de cargos claves de su administración. Pesos pesados de la izquierda como Antonio Navarro, o técnicos reconocidos como Carlos García o Fernando Rey de Transmilenio y otros más de menores niveles, han ido yéndose por franca incompatibilidad con el “estilo” de la primera autoridad municipal.

El mal carácter del Alcalde ya era evidente desde cuando se desempeñaba como opositor, y de ello dan buena cuenta todos sus excompañeros del Polo, a quienes dejó atomizados en mil pedazos cuando no le dieron plenos poderes para negociar alianzas y coaliciones con quienes antes criticaba.

Del mismo tenor han sido sus reacciones frente a las objeciones a su gestión o a la calidad de los servicios de algunas de las empresas distritales. Las amenazas de acciones legales contra Noticias Uno por informar sobre la calidad del agua, pintaron de cuerpo entero la transformación del Petro opositor, tolerante y aparentemente de izquierda, al gobernante con evidentes maneras de la derecha más intolerante y autoritaria.

Pero donde más se ha visto el talante autoritario y francamente abusivo del poder que le otorgó el escaso porcentaje de habitantes de Bogotá que lo eligió, es en las decisiones que se han adoptado sobre temas de movilidad. Ampliación de las series con pico y placa, extensión del horario a los que tienen restricción y disminución de un dígito para los de servicio público, son muchas de las medidas ensayadas para solucionar un tema, que hasta la fecha no solo parece insoluble sino que cada día se agrava más por cuenta de la improvisación.

Una administración que tiene como lema el de la “Política del Amor”, parece que lo ejerce o lo entiende a la manera muy colombiana del “porque te quiero te ´aporrio´”. Es muy poco probable que los comerciantes del centro de la ciudad, o los miles de usuarios y empleados de todas las dependencias nacionales, departamentales y distritales se sientan “amados” y no “aporreados” por la peatonalización de la séptima que se les impuso, como las detenciones en épocas de Turbay, sin fórmula de juicio.

Más aporreadas deben estar todas las madres de familia que de la noche a la mañana, a mansalva y sobreseguro, se les impuso por decreto de la Alcaldía Mayor un radical cambio de horario que les impedirá pasar más y mejores horas con sus hijos. El obligar a los empleados de las entidades distritales a salir de sus labores a las 7 de la noche, es condenarlos a no ver a sus hijos sino los fines de semana, pues, por bien que les vaya, a las 9 estarán en casa.

La falta de concertación de medidas de semejante impacto en contra de las trabajadoras, muestran que la oposición puede ser de izquierda pero cuando llega al poder siempre es de derecha.

@Quinternatte