HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Octubre de 2012

Alerta roja

 

El martes pasado en Bogotá ocurrió un accidente de tránsito entre un par de buses del sistema de Transmilenio en la “autopista” del norte, que se saldó con una veintena de heridos. Probablemente porque el choque no produjo muertos, el tema desapareció rápidamente de los medios a pesar de su extrema gravedad.

Las imágenes que se difundieron profusamente en prensa y televisión, daban cuenta de un choque en el que uno de los vehículos golpea al otro por detrás en una vía plana y recta. Y, he ahí lo que hace alarmante este caso específico, uno de los buses ¡se partió! por el fuelle que une las partes que conforman ese llamado “articulado”.

Alarma ver que un choque por detrás de un automotor contra el otro, en un plano recto, termine quebrándolo por el fuelle y que a nadie le parezca ese un hecho extraordinario que amerite alertas y correctivos urgentes.

Cualquier usuario de Transmilenio sabe que el fuelle es un lugar donde habitualmente se ubica buena cantidad de pasajeros y que por tanto, cualquier fractura en ese lugar puede tener consecuencias fatales, aparte de las que obviamente se derivan para el resto de pasajeros que viajan en las otras secciones del bus. ¿Alguien se imagina los resultados, si el desprendimiento de las partes del bus ocurre en un plano inclinado y una de las partes seccionadas termina desplazándose sin ningún control?

Es urgente que las autoridades establezcan prontamente cuáles fueron las causas por las que ese bus de Transmilenio tuvo una avería tan radical como esa. Qué modelo era, qué tipo de mantenimiento tenía, cuántos kilómetros ha recorrido, qué tiempo de servicio lleva y todo dato que permita definir clara y específicamente el origen de semejante secuela del choque.

Según informaciones de prensa, el articulado que se partió pertenece a la empresa “Express del Futuro”, de cuyos representantes legales aún no se ha escuchado ninguna explicación sobre el accidente, ni garantía alguna sobre la seguridad del resto de buses que componen su flota. Por menos que eso, muchos fabricantes de vehículos han tenido que recoger o llamar a mantenimiento preventivo líneas completas de producción de vehículos de uso individual.

Ese accidente amerita una investigación independiente y del más alto nivel. Es urgente para la ciudad y los usuarios del sistema Transmilenio saber si la flota de buses que cruza la ciudad es segura para los millones de personas que a diario soportamos sus incomodidades. ¿Las autoridades del Distrito y de la Nación pueden garantizarnos que no se partirá otro bus lleno de pasajeros cuando, por ejemplo, esté en la cima del puente curvo de la 92, o cuando pase muy rápido sobre alguno de los muchos cráteres del relleno fluido o cuando simplemente deba frenar intempestivamente?

El costo en vidas humanas y en indemnizaciones para el Distrito por permitir el tránsito de vehículos que signifiquen algún riesgo para la seguridad de los usuarios puede ser incalculable.

Es hora de que dejemos de ser como alguna vez un corresponsal extranjero definió a Colombia: Un país en el que ocurren muchas cosas graves, pero ninguna seria.

@Quinternatte