HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Noviembre de 2012

La huella de La Haya

 

EL  discutible fallo que acaba de producir la Corte Internacional de Justicia ha servido para poner de presente la particular idiosincrasia nacional en materia de justicia. Cuando se trata de litigios, el colombiano promedio estima justo solo aquéllo que lo favorece e injusto lo que no.

En el pleito que se acaba de perder tan sonoramente en La Haya, la República de Colombia no solo acató y se sometió voluntariamente a esa jurisdicción, sino que desde 2007 sabía que era imposible ganar. Cualquier concesión de la CIJ a Nicaragua, por pequeña que fuera, siempre sería catastrófica para Colombia y un triunfo clamoroso del demandante, como en efecto ocurrió.

 

No obstante todo ello, Colombia continuó reconociendo la jurisdicción, presentando excepciones y litigando activamente en una evidente legitimación de la CIJ, la misma que ahora intentan desconocer quienes aconsejan desacatar el fallo.

Más allá de lo enrevesado de la sentencia, de lo manifiestamente injusta que parece, de lo absolutamente antitécnica, según dicen los expertos, y del evidente desconocimiento de los derechos ancestrales de los isleños, lo cierto es que Colombia aceptó esa jurisdicción y no le queda bien desconocer el contenido declarativo del fallo solo porque le fue adverso.

 

Peor aún resulta el espectáculo de la mayoría de la clase dirigente llamando al desacato del fallo o incluso a la guerra contra Nicaragua.

Lo más grave del fallo de La Haya es eso, que como sociedad nos dejó desnudos en materia moral. ¿Cómo funciona esa doble moral de nuestros dirigentes que aconsejan desconocer los fallos de la justicia internacional a cuya jurisdicción se ha sometido voluntariamente la República, frente al respeto de las sentencias de los jueces nacionales en los grandes temas locales?

Cuántos de los miles de procesos de linderos dentro del territorio nacional -que eso era el pleito con Nicaragua- quedan al garete ahora, cada vez que un Juez pronuncie un fallo que le parezca injusto a una de las partes. Muy mal mensaje el de los dirigentes nacionales en un tema que es probablemente el que mayor violencia genera dentro del país.

No hay duda, y en eso tiene razón la Canciller cuando señala que la Corte no aceptó los argumentos de la defensa colombiana e incluso en que probablemente cometió un grave error jurídico en la decisión, pero esas son contingencias naturales de un juicio. El error -no achacable a la actual Cancillería- está en haber aceptado el pleito y el Juez.

El único método que permite resolver los conflictos sin mayores traumatismos es el de la conciliación. Cuando se va a Tribunales hay riesgos incontrolables para cualquier litigante responsable: Desde la mala fe, del Juez o de la contraparte, pasando por el autoritarismo o la ignorancia, hasta la incapacidad del Juez para comprender el problema jurídico que debe resolver. No es gratuito que haya tantos recursos procesales para enmendar yerros. O tantas acciones para reclamar indemnizaciones por errores judiciales. Es porque ocurren más a menudo de lo que la gente cree, incluso en los Tribunales Internacionales.

Por eso es que los abuelos decían que es mejor un mal arreglo que un buen pleito.

@Quinternatte