Hugo Quintero Bernate | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Agosto de 2015

Patologías que terminan afectando inocentes

ARRECIFES

Mentiría si…

 

 

LA  noticia de la conductora de uno de los buses adscritos al SITP que supuestamente había sido víctima de violación carnal en un atraco ocurrido en su ruta y bus, llegórápidamente a las primeras páginas de los periódicos, y fue nota principal de casi todos los espacios informativos de radio y televisión.

Se publicóun retrato hablado de uno de los presuntos agresores y, peor aún, alcanzaron a detener a un joven pobre de aparente parecido con “el violador”. Hasta que el general Rodolfo Palomino entregódeclaraciones según las cuales la agredida había mentido, pues no hubo atraco ni violación. Solo una historia fantástica para presionar el mejoramiento de precarias condiciones laborales.

Más alláde la gran cantidad de interrogantes que aún quedan, dentro de los cuales el más preocupante es el papel del Instituto Nacional de Medicina Legal, la gran pregunta es por quéocurren ese tipo de situaciones. Cuál es la patología que se desarrolla en el cerebro o en la personalidad de quienes pueden elaborar mentiras tan extremas, que en la mayor de las veces terminan afectando inocentes.

Una circunstancia parecida había ocurrido con el periodista Yesid Toro, que para mantener el “estatus”que derivaba de tener carro blindado y escoltas, decidióautoamenazarse, y por ahíderecho a unos cuantos colegas más en el Valle. Historias similares se conocen todos los días en las fiscalías, aunque solo se queden en la picaresca judicial.

Todos mentimos casi a diario en una serie de mentiras blandas o necesarias para la convivencia social. Sobre el peso de nuestras congéneres, la inteligencia de nuestros jefes o las bondades de nuestros padres, siempre es mejor no ser sincero. Pero algo va de eso a montar toda una historia con implicaciones judiciales para terceros por salvar una posición propia.

El tema no es ni siquiera nacional. Expiaciónes una novela inglesa en la que Ian McEwan cuenta la historia de una niña que por celos con su hermana mintiósobre la existencia y autor de una violación que acabóen la condena de un inocente.

Ese es el verdadero riesgo de esas patologías: terminan afectando inocentes. En Colombia, por ejemplo es fácil rastrear cómo la línea jurisprudencial del análisis de testimonios de menores víctimas de agresión sexual ha pasado desde la credibilidad absoluta por el solo hecho del relato, al uso de la crítica testimonial como en cualquier declaración. Y el cambio no fue gratuito. Obedecióa la constatación en los estrados judiciales del uso que las mujeres hacen de sus hijos para inventarse ataques sexuales inexistentes, que solo buscan privar de la patria potestad al ahora odiado padre.

La captura de un joven supuestamente parecido al inexistente violador de la conductora del SITP no es un resultado meramente anecdótico, es la verdadera tragedia de ese tipo de mentiras.

Menos mal que la señora recapacitóy se desdijo. Conozco un par de exaltos funcionarios judiciales, hoy en altos cargos nacionales e internacionales, que si les hubieran dado algo de tiempo habrían encontrado por lo menos un par de “testigos”que respaldaran su historia.

@Quinternatte