Se cumplieron dos años del gobierno del presidente Iván Duque y, con base en la inusitada cantidad de entrevistas que ha concedido, es lamentable tener que decir que sigue sin encontrar un norte, es decir un sentido de propósito común que el grueso del país -no solo los empresarios- acoja por su pertinencia y necesidad sentida, hasta tal punto de que el ciudadano del común pudiera decir algo así como “¡eso es lo que hay que hacer!”. Y esa desorientación está ocurriendo a pesar de las ventanas de oportunidad -incluyendo la detención preventiva de Uribe- que se le han presentado a Duque, en las que hubiera podido sacar a flote el talante necesario para la Colombia de hoy.
Alguien dirá ¿los resultados de las últimas encuestas no expresan un buen momento? Sí, en cuanto a imagen de Duque se refieren, pero la favorabilidad proviene principalmente del manejo que le ha dado a la pandemia y sus principales consecuencias. Sin embargo, no hay que olvidar que éstas aún no han terminado de aflorar en sus distintas dimensiones y el tal pico se ha mostrado esquivo. De cualquier manera, ante la emergencia sanitaria, sencillamente ha hecho “lo que toca hacer”, delegando adecuadamente en los alcaldes lo pertinente, y de la mano de los ministros de Salud y Hacienda. Lo cierto es que, al presentarle diariamente al país cifras y curvas, da la impresión de que el asunto está bajo control, pero vendrán efectos sociales colaterales que para sortearlos requieren del mandatario un alto grado de gobernabilidad, hermana siamesa de la credibilidad.
Y al respecto hay algo álgido que, de continuar, erosionaría irremediablemente la gobernabilidad. Esto es la incoherencia del Presidente que está saliendo a flote. ¿Cómo ligar su preocupación por los efectos de la pandemia con el no haber expresado un saludo de condolencia a los familiares de quienes han fallecido, amén de un saludo de aliento a los médicos y paramédicos, en su discurso del 20 de julio o en el del 7 de agosto? ¿No quiere irradiar más preocupación? Si así fuere ¿cómo entender su imprecisión cuando en sendas entrevistas televisivas ha dicho que “no hay tratamiento para el Covid19”? ¿Acaso la buena cantidad de recuperados no han tenido “tratamiento”? Al menos diga “hasta ahora no hay tratamiento que garantice 100% la recuperación, pero nuestros médicos seguirán…”.
Aún más, “legalidad, emprendimiento y equidad” serían el norte de gobierno. ¿Cómo entender que, en solemne alocución, con tricolor nacional de fondo, el Jefe de Estado no haya respetado la independencia y dignidad de las ramas del poder público al calificar la decisión de la Corte – legalidad- respecto a Uribe como consecuencia de “ataques y difamaciones”? ¿Cómo catalogar el hecho de que en el discurso de instalación del Congreso no haya tocado, siquiera tangencialmente, la propuesta de la renta básica temporal -equidad- de un considerable número de congresistas, pese a que días antes el Minhacienda había dicho que convenía estudiarla con calma? Hay más, pero se acabó el espacio.