Buenas noticias: las marchas del miércoles pasado se cumplieron en relativo orden, digo relativo porque se presentaron algunos enfrentamientos pasajeros entre autoridades y marchantes, pero nada que no se pudiera solucionar en el lugar y en pocos minutos, porque frente a lo sucedido anteriormente cualquier escaramuza resulta superflua. Pero lo que si no podemos obviar son los bloqueos de vías que hacen daño a transeúntes y transportadores, convirtiéndolos en perjudicados permanentes de la protesta, no obstante los marchantes rechacen la violencia a voces llenas, demostrando ser ajenos a actuaciones grotesca contra el comercio, ciudadanos y bienes públicos, actos que ameritan la presencia de fuerza pública en defensa de los intereses de la comunidad, como el libre desplazamiento y locomoción.
Esa tolerancia esperamos no sea interpretada como debilidad venida de autoridad competente, ojalá se interprete como paliativo en dirección a los diálogos del gobierno con organizadores y componentes de la protesta, pues no podemos ocultar que fueron atropellados varios medios de transporte y algunas troncales totalmente afectadas, situación parecida se presentó en diferentes ciudades del país, pero repetimos, nos identificamos con las autoridades al reconocer una protesta en relativo orden.
Excúsenme si mis amables lectores perciben que me muestro algo preocupado o renuente a aceptar ciertas situaciones pero, como podrán entender, hago ingentes esfuerzos por aceptar orden, cordialidad y respeto en una actividad pública donde en verdad se violentaron derechos y olvidaron obligaciones, buscando con esta posición aportar como muchos ciudadanos lo hacen, incentivos hacia un entendimiento y claridad en los diálogos que gobierno y dirigentes del movimiento están sosteniendo.
No pretendo ser manzana de discordia ni mucho menos presentarme como reacio a aceptar que la situación demanda tolerancia, paciencia y aguante; por lo tanto excúsenme ante las reflexiones que vienen sobre lo relativo a la presencia de un grupo juvenil bautizado “primera línea” del cual nadie ha hecho mención, tratándose de muchachos equipados de escudos y cascos, quienes manifestaron asistir a la marcha para defender los concurrentes de cualquier ataque venido de la fuerza pública. Me aterra que los medios de comunicación dejaran pasar desapercibida esa postura y amenaza soterrada. Valdría la pena, de cara al futuro, analizar la escena, valorarla y estimarla en su verdadera magnitud, pues nos puede conducir a situaciones graves que engendren sustitución de autoridad o desafío al establecimiento. Ojo por favor, ojo, evitemos sorpresas.
Por otro lado terminamos agradeciendo a la guardia indígena, venida del Cauca, su compromiso con la seguridad durante el recorrido de las marchas. Curiosa y exótica posición, porque las organizaciones de indígenas no aceptan la presencia del Estado en sus problemas internos, pero se animaron a echarnos una manito en nuestro difícil escenario. Por fortuna los agitadores profesionales, contratados y pagados por fuerzas oscuras no hicieron presencia, si no…