Indudablemente el escándalo generado por el descubrimiento del cohecho cometido por el exviceministro Gabriel García Morales, sobornado por la empresa Odebrecht, única y exclusiva firma habilitada para la licitación del tramo dos de “La Ruta del Sol”, gracias a su manipulación, es un episodio que despierta sospechas con respecto a otras negociaciones que se han celebrado con el mismo estilo, salvo que no ha surgido la “prueba reina”, aportada por el imperio, que lleve a la conclusión de que tales contratos estaban concebidos para “cerrar” ocultas transacciones entre los representantes del Gobierno y los contratistas favorecidos.
Adjudicar contratos a un solo licitante no es, claramente, un trámite transparente. La doctrina administrativa al respecto aconseja que cuando se presenten estas situaciones lo propio es declarar desierta la licitación y convocar nuevamente al concurso. Es una regla de prudencia que se conjuga con la que enseña que “la mujer del Cesar no solo debe ser honesta sino que debe parecerlo”.
Hace exactamente un año sucedió un episodio similar que culminó con la venta de Isagen, no obstante que la opinión pública y del público se pronunció en contra de esa negociación. Por supuesto que este pueblo afectado políticamente por una pandemia de Alzheimer ya no recuerda el evento y, por el contrario, al autor de ese despilfarro “neoliberal” del patrimonio de la Nación, ¡ya lo enlistaron como precandidato a la Presidencia de la República!
¿Qué ocurrió en aquella ocasión? Sencillamente que a la pública subasta de esa empresa productora de energía únicamente asistió la multinacional canadiense Brookfield Asset Management; las demás interesadas, curiosamente, se retiraron. Circunstancia ésta que, obviamente, despejó el camino para que la venta se hiciera sin competencia y por el precio que el comprador decidió sin esfuerzo pagar por la empresa.
Cuando se propuso la negociación el Partido Liberal le salió al paso del anuncio gubernamental. El jefe único de la colectividad, en esa época, Simón Gaviria, criticó la decisión y dijo que si el Gobierno tiene un faltante por cuenta de una baja en el recaudo, la solución no es vender la empresa.
“Sí Colombia fuera un país desbordado en ejecución fiscal se justificaría, pero tenemos una energía muy costosa y esta empresa ayudaría a mejorar la infraestructura y la oferta para abaratarla”, enfatizó Gaviria, quien además añadió que a tan poco tiempo de las elecciones ese tipo de procesos de enajenación se entorpece.
¿Por qué se vendió Isagen a pesar de la circunstancia anotada? Averígüelo Vargas. La presencia de un solo y exclusivo oferente de por si era ya motivo suficiente para desistir de la subasta. Pero el vendedor, Cárdenas Santamaría, era un recomendado muy apreciado por Juan Manuel, pues sus tratos de vieja data son motivo para que su amistad sea muy íntima. Tal vez por eso, próximamente, se intente repetir la historia: la elección de Sanclemente patrocinada por el “ilustre” Miguel Antonio Caro, responsable de la pérdida de Panamá.