JAIME ARRUBLA PAUCAR | El Nuevo Siglo
Jueves, 6 de Febrero de 2014

Vicios de democracia

 

Últimamente vienen aflorando graves defectos en el diseño del Estado que incorporó la Constitución de 1991 y algunas de sus posteriores reformas; de los cuales no podía hablarse a causa del fetiche de la presunción de sabiduría que pesa sobre  todas las constituciones y especialmente sobre nuestro proceso constituyente y que impedía cualquier atrevimiento u osadía tendiente a criticar la gran obra  y nos llevaba a aceptar sin discusión, como bueno, racional y justo todo lo que el constituyente había hecho.  Superado el complejo podemos hacer algunos comentarios.

El sistema de justicia hizo agua por donde se mire;  grandes críticas al Gobierno de la rama; a la forma de elección de magistrados que ha conducido al clientelismo judicial y a la puerta giratoria; acción de tutela bienhechora pero desbordada, ocasionando choques de trenes entre todas las autoridades judiciales; esquema de la Procuraduría arcaico, procesos sin garantías y sin doble instancia; sistema penal acusatorio colapsado, superintendencias del ejecutivo convertidas en jueces y contralores con toga, para indicar solamente algunas cosas. Ya desde todos los ángulos de la República comienzan nuevamente a ventilarse aires de reforma y bullen las comisiones y propuestas para lo que debe ser una Reforma a la Justicia.

Pero otro  enredo manifiesto, fue el que se armó con la reelección presidencial; en  primer lugar,  afectó el juego de pesos y contrapesos democráticos, se sustituyó la Constitución que estaba diseñada para que nadie se perpetuara en el poder. Lo único que había quedado suelto era la reelección de Procurador, que sin duda es de las más nefastas, pues lo reeligen los vigilados dando lugar al grave vicio “tú me eliges y yo te absuelvo”.  Democracia es alternatividad; en toda América Latina ronda el fantasma de querer perpetuarse en el poder indefinidamente, ya vimos lo que pasó en Nicaragua; eso no es democracia eso es dictadura. No es un escenario democrático, ni se garantiza la igualdad entre aspirantes a gobernar, cuando uno de los candidatos detenta el poder, el presupuesto, los medios de comunicación, la función pública y los otros no. Por el momento, nos salvamos de la segunda reelección que nos hubiera llevado a un escenario peor.   

Está quedando demostrado que uno de los efectos más nocivos de la reelección es que acaba con los partidos políticos, con las opciones democráticas; el poder del ejecutivo reinante se vuelve avasallador y los rompe en su interior como alternativas de gobierno. El Partido Conservador de Colombia es un buen ejemplo de ello.

Sin duda, el país va a tener que retomar en serio una reforma estructural a su aparato de justicia y por lo que estamos observando, se va a tener que extender el cambio a lo político, si no queremos acabar con lo que queda de democracia.