JAIME PINZÓN LÓPEZ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 11 de Junio de 2014

Hacia una victoria amable

 

Vamos a votar para elegir al Presidente de la República, de todos los colombianos, período 1914-1918, en la segunda vuelta, cargo al cual accederá Óscar Iván Zuluaga, si no triunfa la reelección, o en caso contrario, el actual mandatario Juan Manuel Santos quien espera obtener la victoria.

Sea cual fuere la noticia necesitamos generosidad del vencedor y aceptación  de la conclusión de la jornada por parte del perdedor y sus seguidores. El país anhela tranquilidad, la campaña ha sido agitada, el lenguaje  infringió reglas de educación. Hubiéramos querido mayor claridad en la exposición de programas y concreción en el tratamiento de los temas, hay investigaciones pendientes sobre acusaciones de diferentes irregularidades que podrían haberse constituido en delitos durante el debate las cuales seguirán su curso. A pesar de ello la sensatez debe privar porque es tiempo de tender puentes y no de levantar muros.

Si el candidato Óscar Iván Zuluaga gana la Presidencia, debe producirse un empalme positivo para la conformación del nuevo gobierno y si el presidente Juan Manuel Santos consigue la victoria, requiere contar con  el espacio que le permita adoptar determinaciones conducentes a fortalecer su proyecto administrativo. De todas formas, el Presidente electo de los colombianos, con grandeza republicana, no puede desgastarse en emprender retaliaciones ni actuar sometido a impulsos de venganza.

Cuando pase el tiempo caeremos en la cuenta de exageradas actitudes que no han debido producirse, de malentendidos inconvenientes. Ojalá que el don del acierto acompañe a nuestra clase dirigente. La intolerancia partidista perturbó la vida nacional hace algunos lustros y fue difícil restañar heridas, recuperar el sentimiento de patria.

Existe un deseo de paz, concentrado especialmente en los diálogos con las Farc y mantenemos viva la esperanza, pero es exagerado afirmar que ésta llegará con la simple firma de un documento de acuerdo con dicho grupo armado, acogido por los frentes de esa organización, que, sin duda, sería importante por identidad de propósitos incluidos en las conversaciones de La Habana. Sin embargo, paz no habrá sin solucionar las injusticias sociales, los problemas de corrupción, de carencia de empleo, de vivienda, salud, sin la reforma de la educación que se requiere, con ampliación de las medidas para frenar la inseguridad en las ciudades y en los campos. El consenso nacional tiene que reflejarse en una posición coherente en el área de las relaciones internaciones y superando el apego a lo parroquial. Esto y mucho más, en el entendido de que elegiremos Presidente, no mesías. Queremos un buen gobierno, servidores públicos idóneos capaces de entender los anhelos de sus compatriotas. Hace unas semanas, en comicios limpios, quedó integrado el Congreso. El trabajo armónico de las tres ramas del poder es imperativo. Preparémonos para disfrutar de una amable victoria democrática y a desarrollar el mandato que exprese la mayoría del pueblo colombiano.