Jaime Pinzón López | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Junio de 2016

Trump, inquisidor

 

EN Texas, el candidato  republicano a la presidencia de los Estados Unidos, en un explosivo discurso dijo: ¨Mi gobierno erradicará a todos los corruptos de Latinoamérica. ¡Lo prometo! Los corruptos son un cáncer para la sociedad. Latinoamérica está llena de ellos, yo los acabaré a todos. Crearé comisiones en contra de la corrupción e impunidad en cada país, que serán financiadas el 100% por el gobierno de los Estados Unidos para evitar que los políticos locales manipulen la comisión. El fin será extraditar los ladrones de cuello blanco, políticos, diputados, ministros y presidentes corruptos. Todos ellos irán a parar a cárceles de máxima seguridad  en Estados Unidos donde sus sobornos no valen un centavo. Comenzaré en Centro América, luego Suramérica y por ultimo México. La gente emigra ilegalmente a los Estados Unidos porque sus países son un asco y es por culpa de los corruptos que se roban el dinero. Si los países se manejaran bien la gente se quedaría allí.¨

 

Es el menos indicado para hacer este planteamiento que  muestra su opinión  sobre las naciones al sur del río grande donde no interrumpirá, desde luego, los negocios que le han permitido aumentar su capital a cifras astronómicas. ¿Conseguirá más votos con su insólita promesa?   Aún cuando  obtuvo el número de delegados para su nominación estamos pendientes del resultado de las primarias próximas en California, del impacto de su demagogia.  En el mundo hay corrupción, en el continente también, en Estados Unidos,  pero no puede el impulsivo orador convertirse en gran inquisidor. Su discurso no ha sido registrado,  es útil conocerlo.

 

La lucha contra la corrupción tiene que ser imperativo global, pero pésimo que el tema se trate con el lenguaje desapacible del candidato republicano, contradictor del Papa Francisco,  comprometido a construir un muro en la frontera con México, a no comer galletas Oreo, a doblegar la economía china. Su lenguaje asombra, la ideología está ausente, el capitalismo favorece a los emprendedores, los demás que se adapten al sistema y trabajen. Las relaciones internacionales fundamentadas no en la Convención de Viena, sino impuestas a puntapiés en nombre de una potencia  intervencionista son de imposible aceptación.

 

No cumplirá su promesa entre otras cosas porque le queda cuesta arriba ganar  la presidencia pero sus palabras no deben pasar desapercibidas, se convierten en un reto,  imposible interpretarlas de forma positiva, carecen de sindéresis, distan de ser las empleadas por un reformador progresista, contrastan con las pronunciadas por Martin Luther King de ¨todavía tengo un sueño… que esta Nación se levantará y crecerá de acuerdo con su credo”. La campaña prosigue y   Hillary Clinton puntea sin obtener todavía en el campo demócrata su nominación.  ¡Qué lenguaje!