La noche en Colombia
Como si se tratara de hienas, los colombianos consumimos vidas, noticias, morbo y desgracia. Un escándalo político, sexual o personal es la excusa para disfrutar la emoción malsana que despierta ver al otro sufrir cualquier tipo de desventura. Colombia es un país de pasiones, y por definición un país de enemigos, de mentiras y de complots.
De ahí que Uribe sea un experto descubriendo los secretos del actual Presidente, pero no haya tenido la mitad de la astucia para ver lo evidente en su gobierno, en su cara.
Pero no se trata sólo del expresidente, se trata de empleados públicos, amas de casa, almirantes de la Armada y delincuentes en retiro. Todos se acusan de todo, sin pruebas, con odio y con cinismo.
La verdad en Colombia no existe, no hay tan solo una. Mienten las Farc para tergiversar la realidad a su favor, mienten las instituciones políticas con el mismo fin. Mienten incluso los estudiantes universitarios que replican el modelo, guardan secretos y publican falsedades.
Como consecuencia nadie sabe qué pasa, todos tienen una idea pero todas las ideas son producto de una especulación, todo se sustenta sobre el capricho del mentiroso de turno.
Gracias a esto los paramilitares no se desmovilizaron del todo, y los que lo hicieron se valen de la amenaza de “contar” para burlar la Justicia de forma recurrente y desparpajada. Para la muestra Mancuso, criminal de los peores, asesino de masas y líder de traquetos, que constantemente despliega su abanico de maldad y amenaza con “revelar la verdad de los políticos y de sus aliados”.
Lo único cierto es que el psicópata de las Auc nunca va a contar la verdad porque lo que menos le interesa es darle la cara al país. Su único propósito es mantener el poder que le otorga la atención desesperada que toda la sociedad le ofrece en busca de entender una realidad.
Si se mira con cabeza fría, el gobierno de Álvaro Uribe traicionado por sus colaboradores. Desde el hermano de Valencia Cossio, hasta el caso de Santoyo, pasando por Andrés F. Arias y por el excomisionado para la Paz, todos “le metieron conejo a Uribe”.
Yo no pienso en lo mal que respondieron a su jefe, sino en la incompetencia del mismo que, enfocado en su interés, descuidó a sus secuaces.
Hoy todos se acusan y todos se excusan, y al final la verdad pierde su valor y la mentira se vuelve la joya con mayor valor de cambio en este mundo de mentiras donde la verdad nunca será encontrada.
Todos inventan culpas a diario, inculpándose o inculpando a otros, para que la luz de nuestra realidad deje de existir. Vivimos en la absoluta oscuridad de las mentiras fabricadas en masa, basura verbal que tiene el único propósito de impedirnos alumbrar el camino verdadero.
@barrerajavier