Menos extremos y más debate
Está haciendo carrera en nuestro país y se ha vuelto ya casi normal que columnistas, periodistas, politólogos y en general comentaristas de opinión descalifiquen cualquier posición o incluso alinderen cualquier actuación en la sociedad de líderes públicos, como si tales actuaciones o posiciones fuesen de extrema derecha o de extrema izquierda. Siempre es más fácil para entender la complejidad de una sociedad dividirla en unos u otros, o incluso para atreverse a interpretarla, dividirla en dos categorías, que ni siquiera existen.
La realidad es que en nuestro país no existe ni lo uno ni lo otro. Si alguien por extrema izquierda está entendiendo los grupos guerrilleros y por extrema derecha los grupos paramilitares o “bacrim”, la verdad es que ambos hacen parte más fácilmente de una sola categoría que se define más sencillamente como delincuentes y terroristas. Expresiones de ayer y de hoy de su parte dejan ver grupos de inadaptados sociales a quienes les importa muy poco la vida de los demás y quienes abusan de niños y en general de toda la sociedad civil.
Lo más triste es que ahora estos señalamientos o categorización absurda se extiende a personas de bien que tienen formas de pensar no necesariamente compartidas por otros, con lo que la división ficticia lo único que está generando es más odio y posible violencia.
El mundo de hoy requiere menos categorización y más debate. Qué bueno sería, por ejemplo, debatir el plan de desarrollo del Alcalde de Bogotá con altura y evitando descalificaciones por su ideología, así como debatir sobre las propuestas del Procurador, quien habla desde una orilla ideológica respetable pero distinta. Sin embargo, lo más fácil para columnistas es decir que los unos son de extrema izquierda y el otro es de extrema derecha y con ello cierran cualquier posibilidad de discusión.
Pero el error tiende a perpetuarse. Ahora la moda frente a atentados terroristas es o referirse a la “mano negra” o a la “extrema izquierda”. Tristemente en el caso del atentado contra Fernando Londoño Hoyos ni siquiera sabemos si fue la mano negra o la mano blanca la que cometió el crimen, pero seguimos confundiendo a la opinión con esas clasificaciones. La verdad es que es obra de delincuentes y terroristas independientemente de que sean mano blanca, gris o negra, que atentan contra la vida de las personas y que son el mejor ejemplo de intolerancia y violencia del país y que son un cáncer que debe ser extirpado.
Pero esa intolerancia, y esa violencia, la alimentan en parte quienes a diario prefieren descalificar opiniones por un alinderamiento ideológico.
En este mismo sentido me sorprendió positivamente la entrevista que concedieron los hijos de Fernando Londoño a la revistaSemana, en donde dejan ver una nueva forma de ver el país, y evitan caer en esa trampa mortal a la que nos quieren llevar los expertos de opinión del “pseudo-sectarismo”, entre personas que proponen ideas contrarias y piensan distinto.