“Fresco, papi paga”
Viene haciendo carrera en nuestro país una lógica simpatiquísima, pero peligrosa, en el manejo de la hacienda pública. Una lógica según la cual no importan los recursos disponibles, lo importante es atender las infinitas necesidades de la sociedad. Viendo el tema desde la barrera me sorprende lo generalizado de estos casos.
En este escenario poco importa la racionalidad económica o la viabilidad fiscal, y parece que estos temas terminan siendo problemas de otro, todo eso sí en aras de la cobertura, o del servicio público o de la política social. Como si la racionalidad fiscal fuese un mundo independiente y poco importante en la prestación de un servicio público.
Hace algunas semanas veíamos a algunos habitantes de un pequeño pueblo de la costa colombiana protestando porque en su tierra les cobran tarifas del servicio de energía. Me dicen amigos que en muchas poblaciones de la región es muy común recibir el servicio sin tener que pagarlo.
Algo similar pasa en educación cuando los jóvenes de la denominada MANE exigen una reforma educativa según la cual se debe avanzar a un sistema con financiación 100% por parte del Estado y para todos los universitarios del país. Algo que expertos internacionales como José Joaquín Brunner inmediatamente califican como una política tremendamente inequitativa. Pero no importa, de nuevo papi Estado debe cumplir con nuestros sueños.
Ya habíamos denunciado aquí mismo la frescura con la que magistrados de la Corte Constitucional, o en general de las Altas Cortes, deciden procesos o formulan sentencias que imponen obligaciones financieras sin límites, todo con el loable objetivo de un Estado garantista y de “cuasi-bienestar”. Para no ir muy lejos ya tenemos un Sistema de Salud físicamente quebrado por falta de caja, y ahora la culpa es de quienes operan el Sistema. La racionalidad básica indica que uno no gasta más de lo que es capaz de financiar.
Todo esto, que ya atormenta a más de uno, tuvo su estocada mortal. Señala el Ministro de Hacienda que en la pasada legislatura (de 2010 a 2011) se aprobaron 99 proyectos de ley y que la mayoría de ellos requieren nuevos recursos fiscales para su implementación. Lo grave es que el propio Ministro dice que no se sabe cuánto van a costar y se anticipa que tampoco habrá recursos para financiarlos. Sorpréndase usted, muchos de esos proyectos los aprobó el Congreso de la República sin acatar las recomendaciones del Ministro en el sentido de que dichos proyectos no se podían financiar. De nuevo que pague otro.
Esto, aparte de ser increíble, es la demostración del síndrome del “papi Estado” como pagador final. Lo que me sorprende más es que señalan que Congreso Visible encuentra que en más de 70% los proyectos de ley aprobados son de iniciativa del Ejecutivo, lo cual, de ser cierto, sería más preocupante.
No le hace bien al país tanta política social de “regalitos gratis”, pues nos sigue acostumbrando al Estado de bolsillos infinitos.