JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Agosto de 2012

Paz sí, pero con estrategia

 

Nada más atractivo que el logro de esa ansiada paz que hemos luchado por más de treinta años. Todos sabemos que la paz es el medio más eficaz para seguir creciendo y desarrollándonos económicamente, para recuperar la confianza en un futuro más prometedor del país, para aprovechar la oportunidad que tenemos en el mundo, para ahorrarnos gastos innecesarios. Es entonces claro que ante la pregunta sobre si preferimos la guerra o la paz, la respuesta es obvia, y sería más bien extraño que fuera distinta.

Es también claro que un proceso de paz debe hacerse privadamente para poder evitar las frustraciones que alimentamos con la época del Caguán, en el que la guerrilla le hizo “conejo” al país, y nunca tuvo un real compromiso con la paz. La zona de distensión era una guarida de bandidos y delito, y los debates eternos de los fines de semana que veíamos en televisión, eran entre payasada y tontería. Sin duda, ese proceso desenmascaró a la guerrilla en el mundo y permitió que las fuerzas militares se fortalecieran, fruto de lo cual pudimos dar la cuota inicial de los logros que vinieron luego con estrategia y acción militar. Por tanto, no debe preocuparnos la forma como se hagan dichos diálogos en cuanto a si son o no públicos.

Las preguntas o inquietudes que surgen hoy del nuevo proceso de paz que se anuncia, realmente son en función del momento oportuno, de los actores involucrados y del tiempo requerido.

La primera inquietud es si uno debe o no negociar con participación de actores como Venezuela y Cuba que todos sabemos le han hecho juego a la guerrilla. La primera regla de negociación es usar un árbitro que no apoye soterradamente a la contraparte o que por lo menos sea neutro. La verdad indica que el árbitro está cargado y desde hace mucho tiempo.

La segunda inquietud es sobre el tiempo requerido. Una negociación de esta naturaleza, de cara a un acelerado proceso de reelección se convierte en un capital político para hacer a la carrera, y la paz es demasiado importante para dejársela a los políticos y hacerla rápido. De hacerlo, volvemos a la paz espectáculo de grandes portadas, debates insulsos y eternos y poco resultado.

La tercera inquietud hace referencia al momento oportuno. No son oportunas las negociaciones en medio de un deterioro del conflicto, en medio de una guerra que parece ahora más cruenta, y con un “Marco de Justicia” que se convierte en el medio para borrar cualquier hecho desagradable que se esté presentando o se vaya a presentar en el inmediato futuro.

Bienvenida la paz, bienvenidas las negociaciones prudentes, lástima del momento y de los actores involucrados. En esas condiciones la estrategia indica que el resultado podría no ser el esperado. Esperamos que no sea así por el bien del país y porque como ya aprendimos, la paz equivocadamente manejada puede tener efecto “boomerang”.

jrestrep@gmail.com