JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO | El Nuevo Siglo
Jueves, 29 de Agosto de 2013

Preludio de una primavera

 

Los colombianos amanecimos recientemente con carreteras bloqueadas, protesta social, cacerolazos, y una realidad que apenas estamos midiendo en su verdadera dimensión de lo que puede significar. Acostumbrados estábamos a las expresiones de paros de Fecode, de la salud, del sector financiero y de algunos estudiantes universitarios. Lo que sin duda es una rareza es que dichas expresiones vengan de campesinos boyacenses y de Nariño.

La reacción del Gobierno no pudo ser más desafortunada al equivocarse doblemente mediante un desafío a los campesinos con frases como “el paro no existe” o que dicho paro era de insignificantes proporciones. Como me dijera un campesino en Cundinamarca, “el Presidente nos humilló”. Nada peor para un campesino que ser humillado por sus gobernantes.

Con lo anterior, el Gobierno ha dejado crecer el paro agrario, que de no controlarse, podría convertirse en paro nacional, y al cual como en una piñata se suman los camioneros, mineros, cafeteros, estudiantes, profesores, y de aquí en adelante todo aquel que quiera protestar por alguien o por algo.

Inicialmente esto era la expresión de dos naciones en contradicción; de un lado una nación urbana que crece en servicios y comercio, que reduce las tasas de desempleo, que mejora en los índices de pobreza e inequidad, que genera más ingresos a una clase media creciente; y del otro lado una nación rural empobrecida y olvidada por varios años, retrasada en tecnología e infraestructura, con excesivos costos de insumos y fertilizantes que hacen inviable el negocio por rentabilidad y que no entiende por qué no le corresponde parte de ese crecimiento de la Colombia urbana.

Hoy, a lo anterior se suman en algunos casos las Farc, en otros la política y en algunos más cualquier persona que cree que puede recoger parte de la piñata, a la que el Gobierno nos acostumbró por el mal manejo del problema cafetero y camionero (ambos casos demostraron el equivocado estilo de negociación frente a la protesta social). Lo grave del asunto es que en este nuevo escenario se mezcla la ilegalidad con la legalidad, los intereses políticos con los económicos, las preocupaciones legítimas con las ilegítimas, y lo peor aún es que no vemos todavía luz al final del túnel. El sector agrícola reclama, y con razón, acciones más efectivas en el control del contrabando, una reducción y vigilancia de los costos de producción y acciones para evitar la reducción de precios que hacen que un productor de leche, por ejemplo, vea disminuir su ingreso y con ello su patrimonio en más de un 50%.

Llegó el momento de tomar el tema del agro por los cachos, y evitar que a este paro ahora se sume la pequeña y mediana industria que hoy está destruida. Tristemente es por erráticos manejos de política interna, que estamos perdiendo el “cuarto de hora” que teníamos internacionalmente y los avances en que veníamos en inversión y desarrollo. El resultado es que podemos estar asistiendo al preludio y autogol de nuestra primavera colombiana.

jrestrep@gmail.com