Que prenda la luz
QUEDAN pocos días para que cierre actividades el Departamento Administrativo de Seguridad, (DAS) tras cumplirse un proceso esperado en el país, luego de la tormenta de escándalos, registrada en su mayoría durante el pasado Gobierno, en materia de investigación y administración de ese organismo, dependiente de la Presidencia de la República.
Más allá de responsabilidades, así como de imputación de cargos, a ex directores y algunos ex funcionarios, no pocos sometidos a la justicia, está por verse el cumplimiento en detalle de la etapa de liquidación de bienes de esa entidad.
Así como salió a la luz pública, la feria de irregularidades en el manejo administrativo y de bienes valiosos incautados al narcotráfico, por la Dirección Nacional de Estupefacientes, esta vez hay que descorrer el telón no sólo en el DAS, como institución, sino en los presupuestos de la Nación, en lo relacionado con utilización de partidas para inversión y funcionamiento, ordenadas por la Presidencia, con destino a ese aparato estatal de no muy grata recordación para los colombianos.
La planta de trabajadores en todas sus dependencias debe estar a salvo de culpabilidad y, aún más, su reubicación es una obligación social y laboral.
Del trasfondo que está por aclararse, salen como luces angostas, versiones a instancias de Gobierno, sobre compra en el exterior de equipos de última tecnología, empleados en la interceptación telefónica, con texto, grabación y sonido. Siete unidades adquiridas con esas características en el mercado internacional, hace 6 años, alcanzan un valor cercano al millón de dólares, explican fuentes conocedoras, de los instrumentos en mención, pero no de las ‘chuzadas’.
Se suma, además, el montaje de empresas de fachada, en distintos lugares de Bogotá, en instalaciones distintas a las de propiedad de la institución. Fueron dineros públicos, tomados del Presupuesto Nacional, que se desviaron a actividades, donde no descubrieron delitos, sino derechos de quienes con pensamiento y opinión diferente, fueron seguidos por supuestos defensores de la Seguridad Nacional.
Es válido preguntar: ¿dónde están los equipos y en manos de quién?
Lo que podría parecer sin importancia, puede significar ahora, otra cara de negocio oculto, utilizando la subcontratación, posiblemente multiplicada por quienes hicieron las ‘chuzadas’ y, ahora las continúan, como actividad privada con servicios a particulares.
De manera similar al nombramiento de liquidadores, cuando se intervienen empresas legales o ilegales que han desempeñado funciones con interés público, se requiere un liquidador con valor y destreza, para cerrar el DAS, y sacudir archivos financieros. En este caso, el dicho común es al contrario: el último en salir que prenda la luz.