JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Mayo de 2012

Mejor sin emoción

 

El acercamiento entre Colombia y China configura el tercer hecho de alcance internacional en comercio exterior del país durante los últimos dos años, en medio de expectativa e interrogantes hacia el futuro, quizá no mencionados.

La historia económica del país en el presente siglo abre capítulo definitivo el martes de la próxima semana con la entrada del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, idea esbozada desde 1992 y sometida a negociación durante 5 años.

El segundo es el ingreso colombiano a la Asociación Económica Asia-Pacífico junto a pesados en comercio con aguas en Occidente, como Chile, Perú y México. Según los cronogramas, despegará gradualmente en exportación e importación en la segunda parte del año.

El tercero es el nuevo paso comercial con China, con perspectiva de convertirse en otro TLC tras la visita del presidente Santos, a esa primera potencia económica.

La empresa privada, incluidos extranjeros de reciente vinculación al país, guarda reservas, sin desconocer la importancia de los mercados asiáticos.

Una cara es la necesidad de estar en el mercado más importante del mundo; otra tiene más prevención que exaltación, advierten los fenómenos vistos en distintos lugares, y recomiendan convenios claros, toda vez que ha sido característica la invasión con la trata de personas al lado de productos no incluidos en los acuerdos.

Tienen arte para confundir como expertos en magia coinciden en sus libros con igual título -El Siglo de China- los economistas e historiadores Oded Shenkar y Ramón Tamames.

Hay frecuentes choques entre inmigrantes chinos y comunidades rurales en Honduras, Guatemala y Nicaragua. Prefieren mercados populares para eludir normatividad económica.

La oferta a Colombia es clara: construcción del Oleoducto del Pacífico; obras de infraestructura, como vías, aeropuertos, puertos y sistemas férreos en ciudades. El principal objetivo está en la recuperación y concesión del río Magdalena.

Es un atractivo frente a necesidades colombianas, cuando se registra crecimiento en la balanza comercial entre los dos países que a final de año podría llegar a 10 mil millones de dólares.

China compra hierro, acero, ferroníquel y metales preciosos. Nadie puede asegurar que estén preparados para consumir café, frutas, jugos, dulces y otros, aparte de manufacturas, confecciones y textiles.

El modelo chino hace inversión productiva, pero el negocio lo manejan ellos. No son entusiastas para hacer sociedad con extranjeros, con excepción de lo pactado en industria automotriz y aeronáutica con EE.UU. y Canadá, en cuanto se refiere a América.

Lo mejor con China es hacer comercio con puerta entreabierta, sin emoción, para evitar una incursión desbordada. Detrás de cada negocio traen un barco cargado de chinos.