JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 14 de Junio de 2012

Los olvidados

 

El sector privado ratificó  voluntad para contribuir en la aceleración de  motores de las llamadas locomotoras de la economía y el desarrollo, frente a la responsabilidad que implican los tratados de libre comercio con Estados Unidos y Canadá y la Alianza Comercial del Pacífico con México, Chile y Perú, dentro de la ola  aperturista con otros países del mundo.

La sociedad en general espera es movimiento y diligencia, para que los proyectos pasen del papel a la realidad.

Industria, comercio, ingeniería y tecnología, lo ratificaron en público y privado en Medellín, al confirmar el Gobierno, financiación y construcción de las Autopistas de la Prosperidad, para modernizar el tránsito desde la Costa Atlántica, al centro, oriente y occidente del país.

Habrá gerente especializado, al frente del plan, uno de los más grandes en la historia de la ingeniería nacional, que se iniciará en este segundo semestre, para tener resultados parciales en los próximos 5 años.

Un clima con igual temperatura se advirtió en la pasada convención bancaria, al alertar el Gobierno al sector financiero en general, sobre la importancia de otorgar prioridad en la evaluación de necesidades de financiación en distintas regiones.

Meritorio que industrias nacionales y extranjeras hayan comenzado a programar la instalación de algunas de sus plantas en ciudades y sus zonas periféricas, afectadas por desempleo como Ibagué, Pereira, Popayán y Quibdó.

Son  focos con luces plenas que iluminan el paso, para desarrollar el Plan Integral de Protección y Reparación a Víctimas de la Violencia; parecieran temas distintos, pero se encuentran; se trata es de hacer recuperación con planes de producción en todos los frentes, para atender a golpeados por los violentos. 

Si hay cambio profundo en estrategia financiera y de desarrollo se provocará, necesariamente, una reconfiguración social con beneficios para distintas agrupaciones carentes de todo.

Municipios y corregimientos de Caquetá, Guainía Vaupés, Guaviare y Putumayo, en su aislamiento, no entienden el conflicto armado; hay caseríos en miseria absoluta.

Son habitantes que esperan solucionar su supervivencia, con alimentos y medicinas, antes que hablarles de símbolos patrios y vallenatos nostálgicos, en emisoras de radio del Ejército, emitidos para que eviten mezclarse con la guerrilla.

Con apremio se espera empuje efectivo que aporte vivienda, energía, salud y educación en las tierras del olvido; al lado de la seguridad y el orden, debe llegar un plan organizado para zonas marginadas.

Si este propósito no se inicia ya, dentro de 5 años, los olvidados, harán el país tugurio, con una población en crecimiento.