Juan Camilo Restrepo | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Marzo de 2016

Llegamos a las 100.000 hectáreas

“En un escenario de posconflicto esto deberá cambiar”

 

La noticia no pudo ser más desalentadora: los cultivos de coca - al decir del propio Ministro  de Defensa- alcanzaron en  2015 las  100.000 hectáreas. Si se tiene en cuenta que al concluir 2014  el área dedicada a cultivos ilícitos fue de 65.689 hectáreas (Colombia, Coca cultivation survey 2014, UNODC, página 52), ello significa que durante el último año el área dedicada a la coca se incrementó ¡en un 35%!

No es claro que este aumento vertiginoso del cultivo de coca en nuestro territorio se deba a la prohibición de la aspersión de glifosfato que, por recomendación de la Organización Mundial de la Salud al  tener este producto eventuales efectos cancerígenos, apenas entró a aplicarse a partir de octubre del año pasado. Además, en 2014 con relación al 2013, el área dedicada a la coca- cuando se estaba aplicando a plenitud la erradicación aérea por aspersión de glifosfato- se  incrementó casi en un 30%.

Este incremento que estamos presenciando parece deberse más bien a razones económicas: mientras el grueso de nuestras exportaciones, comenzando por las petroleras, se han derrumbado espectacularmente durante el último año debido a la debilidad  de la demanda mundial  y por el derrumbe de los precios de los productos básicos, las exportaciones de coca refinada parecen haberse beneficiado a plenitud del aumento de la demanda en los grandes centros consumidores y, desde luego, de la  brusca devaluación del peso durante el último año.

La devaluación de los últimos meses, que hasta el momento no parece haber estimulado las exportaciones lícitas, si parece haber beneficiado -¡ y en qué medida!- a las ilícitas.

El reto para las autoridades colombianas de ahora en adelante  es formidable. Y tiene que ir de la mano de los programas alternativos de cultivos lícitos en las áreas más afectadas por los cultivos ilícitos.

Según uno de  los magníficos  informes que  viene publicando EL NUEVO SIGLO sobre el proceso de paz (Top 1, 11 de marzo de 2016) “El 42,3% de los cultivos de coca se concentra sólo en diez municipios del país así, en Nariño, Tumaco; en Putumayo, Puerto Asís, Valle del Guamuez y Orito; en Norte de Santander, Tibú; en Cauca, El Tambo; en Guaviare, Miraflores, El  Retorno y San José del Guaviare; y en Meta, Puerto Rico”.

Esta concentración geográfica de los cultivos de coca, junto con la que  se viene detectando en los parques naturales, debería facilitar una actuación focalizada, para brindarle a los campesinos que están dedicados a los cultivos ilícitos alternativas productivas  que, desde el punto de vista económico, les brinden  rentabilidades comparables a las que ofrece la coca. Debe ser un programa de desarrollo rural prioritario y, como hemos dicho, focalizado.

El acuerdo sobre el punto de cultivos ilícitos al que se llegó ya en La Habana, comprometiendo a las Farc a ser gestores de erradicación alternativa de cultivos ilícitos  en vez de promotores desenfrenados, como lo han sido hasta ahora, adquiere toda su trascendencia. Las  áreas donde se concentra el mayor hectareaje de cultivos de coca son, a su turno, territorios dominados por las Farc.

 

En un escenario de posconflicto, bien supervisado por Naciones Unidas  y serio, el panorama desolador que revelaron las cifras de incremento de las áreas dedicadas al cultivo de coca de que dio cuenta el Ministro de Defensa, deberían comenzar a cambiar. Razón de más para mirar con optimismo la firma de los acuerdos de paz.