JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 5 de Noviembre de 2012

Australia, país asiático

 

Creo  que la enseñanza recibida en la escuela primaria por mi generación no ha cambiado: en el mundo hay cinco continentes. Un white paper del gobierno australiano divulgado recientemente constituye, sin embargo, el punto de partida de una nueva percepción institucional geoeconómica y geopolítica: Australia hace parte de Asia y busca que se reconozca el hecho de que no se trata ya del territorio paradisíaco de los canguros y surfistas situado en las cuasi antípodas de tres cuartas partes del mundo. Con excepción del sudeste asiático, región a la cual ha proclamado pertenencia la primera ministra Julia Gillard, quien pasó de aislacionista militante a líder del más trascendental desplazamiento político-internacional conocido en la historia de este país.

Política hábil y pragmática, Gillard no ha hecho nada distinto a poner atención y expresar un cambio evidente en los australianos. Que de la hosquedad del siglo XIX transitaron al hedonismo del siglo XX. Y ahora ven que los refugios escapistas tienden a producir letargo destructivo y llegó la hora de sintonizar a su país inmenso con la economía global. No propiamente para adelantarse de un rezago en la competencia sino en busca del aprovechamiento máximo de sus recursos físicos y humanos. Y esto es con exactitud  lo que se advierte hoy en las espléndidas Sydney y Melbourne que van combinando en forma progresiva la fisonomía anglosajona con elementos propios de las culturas nacionales del sudeste asiático.

El white paper de la primera ministra, mujer que ha mostrado combinar en dosis altas  suavidad personal con garra política, no deja ninguna duda. Todos los colegios australianos deberán estar conectados cibernéticamente a pares escolares de Asia en el plazo de 5 años y tercera parte de los empleados públicos tendrá que volverse experta en asuntos asiáticos en una primera fase. El mandarín será la segunda lengua de Australia. El Gobierno  programa finiquitar acuerdos de libre comercio con todos los países de Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) cuyo emblema es una visión, una identidad y una comunidad. Así, muy pronto habrá embajador australiano en la sede de la organización en Jakarta.

Otro punto fundamental, de implicaciones políticas contundentes, en la nueva aproximación político-internacional, es que Australia saluda y acepta el advenimiento de China como líder global. Y no se trata de un formulismo de documento oficial sino de la convicción de los australianos que mayoritariamente aceptan la preponderancia militar china sin  ver peligro en ella. Que Australia deba abrazar finalmente las realidades de su geografía resulta ser el mensaje que de manera subliminal se filtra en la publicidad comercial circunstante de vallas digitales enormes. Al lado de sus vecinas Indonesia, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, serán India y China, confirma el white paper, los llamados a ser sus socios comerciales naturales.

Un primer ministro dijo alguna vez que Asia era el continente a través del cual se volaba para llegar a Europa. Esta configuración geográfica mental, que hizo levitar durante siglos a Australia lejos de sus coordenadas reales, parece haber muerto. La zona Asia Pacífico será el seno de la gran clase media global para el año 2030, introduciendo un factor de estabilidad política en lo que fue teatro de guerra y violaciones horrendas de derechos humanos.

No hay espacio a vacilaciones: Australia deja de ser el quinto continente. Para ingresar dentro y reforzar un área asiática económicamente poderosa. El reto que le queda a este país  es garantizar en ella la presencia y crecimiento de derechos humanos que han sido enseña suya y flaquean aún en sus nuevos compañeros de viaje.