¿Para dónde vamos?
Listo. Digamos que en verdad la mejor solución para la carrera séptima en Bogotá es el Metro ligero o el tranvía o el nombre que quiera ponerle el señor Alcalde. Y también digamos que el cupo de endeudamiento debe usarse para construirlo inmediatamente, sin esperar esos larguísimos estudios del Metro -que ahora llamamos pesado-, porque de lo contrario el Concejo será el culpable de algo tan grave como el ‘carrusel de la contratación’, como acertadamente el doctor Petro salió trinando.
Y de paso dejemos en claro que el TransMilenio que ya se mencionó, irá por las Avenidas 68 y Boyacá porque el Alcalde así lo dijo, aunque parece que los estudios no se han iniciado, pero eso seguro no será ningún impedimento; y que sale mejor peatonalizar la ciudad completa para evitar los trancones, como de seguro quedará claro luego de los balances realizados con el experimento en el centro de la capital.
Ya por lo menos nos quedó claro que los réditos políticos son más importantes para Petro que el futuro de la ciudad. Hablar de iniciar el tranvía de inmediato es intentar inaugurar algo antes de terminar el período, o al menos poner la primera piedra. El Metro pesado no puede hacerse, así que mejor iniciar con algo que sí se pueda, aunque no haya nadie que lo pueda respaldar. Y como vamos nos quedaremos sin SITP también en esta Administración, sin la ALO que nunca hemos tenido y si acaso con la inauguración de un puente, como bien nos mostró nuestra querida exalcaldesa.
Y debo aclarar que nada de esto son malos deseos, porque no habría nada mejor que una Bogotá próspera para el país. Pero con cada trino del Alcalde todo se enreda, porque aunque tenga las mejores intenciones, parece en verdad que no hay un solo paso que se esté tomando razonablemente. Tanto que se criticaba que en Bogotá se han hecho infinitos estudios para el Metro, y estamos en las mismas, para el Metro, el tranvía y para los buses rojos.
Ahora sólo tengo claro que no hay una política definida sobre el futuro de la movilidad en esta ciudad. Nada hay escrito y en la política las palabras siempre terminan perdidas en el viento. Sólo me queda claro que es mejor no esperar nada de esta Administración, de forma que cualquier cosa que pase puede terminar siendo una grata sorpresa. ¡Qué vaina que lo único que puede decirse hoy es que no sabemos para dónde vamos, como si tuviésemos un sino siniestro!
@juandbecerra