JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Agosto de 2012

¿En qué está la política colombiana?

 

Es suficiente decir que el Partido Conservador está indignado con la salida del ministro Juan Carlos Echeverry del Gabinete porque disminuye su representación en el Gobierno. Digo suficiente, porque el hecho de reclamar por el puesto, antes que resaltar la labor del que consideran “su” ministro, es la demostración de un apetito por puestos, antes que por ofrecer algo medianamente útil para el país. Es la expresión del final de una ideología propositiva, es el reciclaje del lentejismo de la fuerza que decide.

La crisis quizá es la misma que se vive en todas las agrupaciones políticas, pero envuelta en un inexistente liderazgo. Son claras las fracciones en el Partido de la U entre el uribismo y el santismo, en el Polo por López y Robledo contra el resto del mundo, en el Partido Verde entre mockusistas versus los indescifrables. Pero en el Partido Conservador las voces se difuminan, se pierden. Lo único medianamente mediático que viene presentándose en los últimos meses es por cuenta de Corzo, que no puede llamarse de ningún modo afortunado.

Y la crisis es tan grave que Pastrana ya mencionó lanzarse de nuevo a la Presidencia, aun cuando ni siquiera cuenta con el respaldo de la mayoría del Partido. Tanto que podría suponerse que las esperanzas están en el Procurador, como para terminar alineándose con los extremismos, antes que con el futuro del país. El Partido terminó quedándose atrás, esperando migajas, llorando sobre la leche derramada.

Quizá el caso del Partido Conservador es apenas una señal de lo que está pasando en nuestra política. Una de esas señales que cualquier persona puede notar, pero todos prefieren no tener en cuenta.

Las vocerías han terminado por generar que los partidos tengan voces que pocas veces se escuchan, sometidas a las prebendas políticas y encerradas en posiciones de bancada que nadie puede explicar. La falta de claridad ideológica viene generando agrupaciones conexas, alejadas de las estructuras institucionales, casi subversivas.

Esa es la política que tenemos hoy, perdida en falta de liderazgo, encerrada en mesianismos casi fanáticos y claramente fuera de la sintonía del país.

La política hoy en Colombia es una vergüenza, que llega a los extremos que pueden verse en redes sociales afirmando que “el que no es inteligente se vuelve político”, que tristemente se reedita en espectáculos bochornosos y condenables. Lo peor es que es la política que buscan perpetuar los mismos de siempre, como si nunca apareciese al menos una pizca de remordimiento.

@juandbecerra