JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 14 de Octubre de 2012

Responsabilidades

 

No  creo que haya un solo bogotano que se encontrara trabajando en el centro de la ciudad el pasado viernes, que hoy sienta mayores simpatías por la Marcha Patriótica y sus manifestaciones, por sus métodos y sus excusas.

La violencia, así sea por parte de grupos reducidos de manifestantes, que quedó en evidencia atacando locales comerciales o cajeros electrónicos, contrasta con el discurso que constantemente predican en el que afirman que quieren construir paz, con la representación de una sociedad civil que aseguran les respaldan.

Es evidente que el movimiento se encuentra en el más extremo recodo del espectro ideológico hacia la izquierda, pero debe decirse que era necesario que algún grupo, lejos de las armas, ocupara ese espacio que históricamente ha sido usurpado por las guerrillas. Eso debe saludarse, celebrarse, así sea diametralmente opuesto a la posición ideológica de la mayor parte del país. Lo que no puede entenderse es que iniciando, posicionándose en el tablero político, se queden buscando manifestaciones y protestas, sobre todo si no son capaces de controlarlas.

Sin embargo, hay otro punto mucho más complejo dentro de su discurso. Su exigencia de hacer parte de la mesa de negociación en el proceso de paz que se inicia, como si su simple existencia fuese suficiente para hacer parte de la agenda del país. Eso es inconcebible. Esa exigencia pueden hacerla los partidos que tienen representación en cuerpos colegiados, esos que de alguna forma representan a la población que les eligió para ellos. Pero por pensar diferente no pueden simplemente adjudicarse un derecho que no tienen.

Quizá ese es el problema con los grupos políticos y sociales que se crean y constituyen en el país. De repente consideran que por ser una representación minoritaria tienen derechos incluso superiores a los que tienen los grupos tradicionales. Nadie puede negar que los partidos políticos colombianos parecen estar en decadencia, pero eso no puede traducirse en que si yo monto un movimiento social o político diferente tengo la capacidad moral de pasar por encima de ellos.

No importa si la Marcha Patriótica apoya a Chávez, si quiere enarbolar las banderas del socialismo democrático o que se oponga a todo lo que haga el Gobierno nacional, si sus manifestaciones y respaldos son siempre sobre la mesa, ¡Qué viva la diferencia! Ahora bien, eso lo que significa es que tienen que ganarse un espacio en el juego democrático, una responsabilidad mayor, que a punta de manifestaciones que afectan a los ciudadanos, parecería más lejano que antes.

@juandbecerra