JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Junio de 2013

Honestidad vs. ejecución

 

Dicen  que la modestia es una virtud sólo para aquellos que no tienen otra y creo que en el caso de los servidores públicos, la honestidad tiene el mismo comportamiento. Ningún servidor público debería vanagloriarse porque es honesto, pues debería considerarse que eso es una condición fundamental para haber llegado al cargo que ocupa. Claro, nuestro país ha demostrado que la honestidad no es una característica propia de la mayor parte de la clase dirigente y aún menos los últimos gobiernos del Distrito Capital. Sin embargo, ¿que tengamos un alcalde honesto es suficiente para mantenerlo en el cargo a pesar de no parecer suficientemente preparado para ocupar el segundo cargo más importante del país?

Quisiese aclarar primero, que considero que Gustavo Petro es uno de los políticos más inteligentes que ha tenido el país en los últimos años. Más allá de las distancias ideológicas, creo que fue tan valiente como pocos, y tan claro en sus ideas como para haber logrado el reconocimiento que le llevó a la Alcaldía de Bogotá. En los debates de la campaña se mostró consistente y con ideas que finalmente le llevaron a ganar en unas elecciones poco reñidas. Pero creo también que sus dotes políticas no le hacen juego a sus dotes administrativas y a su peculiar manera de confrontar. Petro sigue pensando en la política de control que dominó durante años en el Congreso y se ha olvidado de la ejecución como producto de sus acciones.

Lo más grave es que creo que no es que no haya hecho, es más bien ha mantenido su imagen de adalid de la moral frente a sus opositores, mientras los problemas no dejan de aquejar a la población bogotana.

En días anteriores en este espacio se trató el tema de los problemas de comunicación de la alcaldía en ocasión de los resultados de la Registraduría, pero esa misma situación podría llevarse a cualquier otro logro de la administración.

Quizá suene sencillo, pero Petro en el fondo lo único que necesita es dejar de utilizar su honestidad como mecanismo de defensa frente al resto de los políticos del mundo. Su discurso se desgasta entre su intención de sobresalir sobre aquellos que otrora estuvieron y su política fundamentada en el control que le caracterizó como senador. Petro debería acordarse simplemente que debe lograr que todos aquellos que votaron por él recuerden siempre que esa preferencia está justificada en resultados y no en cuántos políticos más va a salir a enfrentar.

@juandbecerra