Anotó Germán Vargas que sólo el 2% de los delitos denunciados tienen sentencia y antes nos habían dicho las autoridades que el 80% de los delincuentes capturados quedan en la calle y siguen delinquiendo en perfecta impunidad, por falta de pruebas, por falta de cárceles, por una justicia connivente que en múltiple reiteración de conductas delictivas prefiere lo más favorable al criminal: poner un brazalete y dar casa por cárcel. Por ello es que la delincuencia está envalentonada, pues sabe que no la tocan y si por “error” los encierran, será por pocos días, mientras se van de patitas a la calle a seguir en el sendero de su iter criminis existencial.
¿De qué sirve incrementar el número de agentes de la policía en las calles si su trabajo eficiente -siempre arriesgando su vida- se malogra a la puerta de los juzgados de control de garantías? Y ni qué decir de los indígenas que delinquen, que infortunadamente son muchos. ¿Alguien ha escuchado que se haya ofrecido alguna recompensa por la individualización y ubicación del grupo de asesinos de la comunidad embera que lincharon al pobre e indefenso conductor de un camión recolector de basura que arrolló accidentalmente a una mujer indígena y a su hija por los lados de Siberia? ¿Será que la justicia aplica sólo para los que no tienen ruana, machete ni gorra y que los ancestrales son ciudadanos de primera categoría, intocables y pueden delinquir impunemente, aún en las fauces de los agentes del orden? Pues bien, hemos de saber que en nuestra democracia y con una Constitución Política eminentemente “garantista” todo vale, hasta el normal desarrollo y cultivo del germen de su propia destrucción.
¿Y será que la justicia sólo aplica para las mujeres que no tienen turbante? Creo que ya es hora de que las autoridades de la República se concentren y procesen debida y juiciosamente a la exsenadora Piedad Córdoba (“Teodora”) quien desde hace más de 20 años cada día copa la crónica roja de los diarios con nuevas denuncias en su contra por múltiples artimañas y conductas típicas, antijurídicas y culpables, llegando al extremo de ser la supuesta “autora intelectual” del alargue de secuestros, como el de Ingrid Betancur, ello además de su “amangualamiento” con los redomados criminales Chávez, Maduro y Alex Saab. La justicia, sabemos, cojea, pero algún día tendrá que llegar a los turbantes y a las bolsas negras repletas de billetes de dudosa procedencia para manipular campañas electorales.
Post-it. Se especuló estos días en redes -ese nuevo sistema de comunicación que nos tiene a todos, literalmente, enredados- sobre la renuncia de Darío de Jesús Monsalve, quien funge aún como arzobispo de Cali. Por un momento pensamos que se iba a meter de lleno a la campaña de Petro, pero no, ya dijeron que era fake. Y hace poco blasfemó: “Desmiente el triunfalismo publicitario y manipulador del actual gobierno la cruel realidad de masacres, persecución, revocatorias, desbarajuste socio económico y ambiental, torpeza diplomática, derroche burocrático y talante autoritario, ajeno a toda política estructural de paz”. Y el muy falsario mamertazo deberá responder por la pérdida de 2 mil millones de las “poncheradas” de los feligreses por inversiones en mundanas pirámides ilegales… ¡Jesús!