Me costó mucho trabajo encontrar la manera de referirme a él con motivo del centenario de su nacimiento, por allá en un pequeño pueblo en Alemania, hijo de un padre y una madre modestos, trabajadores, de familia hebrea.
Tengo bien sabido que cuenta con críticos apasionados de su gestión como funcionario público, pero no puedo pasar por alto ejecutorias tan notables como las de haber abierto las relaciones de Estados Unidos y China, haber mejorado el entendimiento entre Rusia y Estados Unidos y haber negociado la paz que le puso fin a la guerra en Vietnam. Tan sólo eso sin contar con sus excelentes libros ni los consejos que ha prodigado por aquí y por allá por lo menos durante 75 años, ni el aprecio que por él tienen los dirigentes de países como China y Rusia, hacen inevitable que se examine con admiración su trayectoria política y académica.
Por fortuna, recordé que esa gran periodista Oriana Fallaci le había hecho una entrevista en Washington, por allá en noviembre de 1972 y tenía la idea de que ella siempre lograba poner en evidencia alguna dimensión humana del personaje a quien le formulaba preguntas complejas y osadas y supuse, correctamente, que encontraría algunos datos pertinentes y muy reveladores.
La entrevista con preguntas casi siempre largas tiene 13 páginas y aquí voy a recoger fragmentos muy dicientes sobre su personalidad. Por ejemplo: "no soy hombre que se deje llevar por las emociones. Las emociones no sirven para nada y menos para obtener la paz." "Cuando un país está involucrado en una guerra no basta decir: hay que terminarla. Hay que terminarla con criterio". "Cuando se tiene el poder en la mano y cuando se tiene en la mano por mucho tiempo, se acaba por considerarlo como algo que nos incumbe. Estoy seguro de que cuando deje este puesto, notaré la falta del poder".
Preguntado si le tenía mucho afecto a Nixon, respondió: " le tengo un gran respeto." Y más adelante añadió " lo que yo he hecho ha sido posible porque él me lo ha hecho posible". Y a la pregunta muy incisiva sobre su éxito responde algo muy significativo "la razón principal... sí, se la diré. ¿Qué importa? La razón principal nace del hecho de haber actuado siempre solo. Esto les gusta mucho a los norteamericanos. Les gusta el cowboy que avanza solo sobre su caballo (...) Y añade "(...) estar solo ha formado siempre parte de mi estilo o, si lo prefiere, de mi técnica. Junto con la independencia que es muy importante en mí y para mí. Y, por último, la convicción. Estoy siempre convencido de que lo que hago es lo que tengo que hacer".
Y complementa así: “No he pedido la popularidad, no la busco. Incluso, por si le interesa, no me importa nada la popularidad". Y para sorpresa de todos, afirma contundentemente: "de hecho creo más en las relaciones humanas que en las ideas. Utilizo las ideas, pero necesito las relaciones humanas como he demostrado en mi trabajo”. Y cuando la periodista le toca el tema de la frivolidad y de su condición de Don Juan, respondió: "creo que la reputación de Playboy me ha sido y me será útil porque ha servido y sirve para tranquilizar a la gente. Para demostrarles que no soy una pieza de museo. Y, además, la reputación de frívolo me divierte”.
Para terminar, Oriana Fallaci le pregunta ¿Es tímido doctor Kissinger? Respuesta: "Sí. Bastante. Pero, en compensación creo soy equilibrado. Hay quien me pinta como un personaje atormentado, misterioso y quien me pinta como un tipo casi alegre que sonríe siempre, que ríe siempre. Las dos imágenes son inexactas. No soy ni lo uno ni lo otro. Soy (…) no le diré qué soy. No se lo diré jamás a nadie".