El Jueves Santo, el papa Francisco nos habló de un término que es una punción del corazón, un pinchazo que hace brotar lágrimas de arrepentimiento; se trata de la compunción, que hoy vamos a aplicar desde otro ámbito, en el cual, el arrepentimiento se produce luego de darnos cuenta que los resultados de gestión política no son los esperados en los diferentes niveles: nacional, departamental, distrital, municipal y local.
La compunción, en el ámbito político, puede tener un impacto profundo en la vida de un país. Así como en el contexto espiritual se entiende como un pinchazo en el corazón que conduce al arrepentimiento, en la esfera política puede interpretarse como un despertar de conciencia frente a las acciones pasadas que hayan causado daño a la sociedad o al país en su conjunto. En esta analogía, la compunción política implicaría un reconocimiento sincero de los errores cometidos por parte de los líderes y de aquellos en posiciones de poder. Es el momento en el cual se reconocen las decisiones que han perjudicado a la población, ya sea por corrupción, abuso de poder o políticas ineficaces. Este reconocimiento no se trata simplemente de un sentimiento de culpa superficial, sino de una profunda reflexión sobre las acciones realizadas y sus consecuencias negativas.
La compunción política implica también un compromiso activo hacia el cambio y la reparación de los daños causados. Es el momento en el cual se asume la responsabilidad y se trabaja en la implementación de medidas correctivas, en la búsqueda de la justicia y en la restauración de la confianza pública.
Al igual que en el ámbito espiritual, la compunción política requiere esfuerzo y voluntad para enfrentar la realidad de los errores y para tomar las medidas necesarias para rectificar el rumbo. Sin embargo, al igual que en el plano espiritual donde se busca la paz interior, en el contexto político, la compunción puede conducir a la reconciliación y a la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Referentes políticos y filosóficos como Sócrates, Rousseau, Gandhi, muestran cómo la compunción, entendida como un examen crítico de las acciones y un compromiso con el arrepentimiento y la mejora, puede ser una fuerza transformadora en la esfera pública y en la búsqueda de un bienestar común; entre muchos, vale la pena mencionar a un gran líder, como lo fue el reverendo Martin Luther King, para quien su enfoque ético y moral implicaba un constante examen de conciencia y un compromiso con la justicia y la igualdad. Incluso, para Mandela, otro reconocido líder, la compunción mostró cómo puede contribuir a sanar las heridas de una sociedad dividida.
En resumen, la compunción política puede ser vista como un antídoto contra la corrupción, la injusticia y el abuso de poder en la vida política de un país. Es un llamado a la honestidad, la transparencia y la responsabilidad en la gestión de los asuntos públicos, con el fin de promover el bienestar común y el desarrollo sostenible.